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Pequeño estudio de los secretos de una vida exitosa

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Jeanne Larghero - publicado el 11/11/18

¿Qué es una vida de éxito? Esta cuestión es digna de una pequeña investigación e incluso de hacer una especie de inventario

¿La carrera hacia el éxito te agota? Es momento de hacer una pausa. ¿Por qué? Por dos razones. Porque la lista de todo lo que habría que hacer para triunfar en todos los ámbitos es interminable: nunca llegaríamos al final. Y porque esta carrera hacia delante no nos salvará de los problemas, sino que se revelará como una máquina de fabricar estrés y frustración… ¡Qué paradoja!

¿Qué es lo que importa realmente? Llevar la vida que queremos y querer la vida que llevamos, encontrar una dicha profunda y estable. Resumiendo, no soñar constantemente con tener la vida del vecino de enfrente, con grabar el vídeo de los cien millones de visitas en YouTube, con la vida del célebre Fulanito, la del millonario Menganito o cualquier otra vida que no sea la tuya. Sencillo, sí, pero no tan fácil.

¿Qué significa triunfar en la vida?

Porque, en efecto, ¿sabríamos responder con precisión a esta simple pregunta: qué significa tener éxito en la vida? Esta cuestión es digna de una pequeña investigación e incluso de hacer una especie de inventario. Miremos a Ulises, héroe magnífico de la Odisea. Todo le iba bien: rey de Ítaca, guerrero valeroso, conquistó la ciudad de Troya gracias a su astucia… Es listo y tiene un tipazo, está casado con la hermosa Penélope (envidia de todos) que le espera fielmente en su isla, es padre de un muchacho inteligente y deportista… y para colmo de alegrías, durante sus andanzas, llega a la isla de la sublime ninfa Calipso que satisface todos sus apetitos y le promete incluso la juventud eterna. ¿Qué más se puede pedir?

Pero si seguimos a Ulises un poco más de cerca y miramos lo que hace todas las noches, a espaldas de Calipso, veremos que se sienta al caer la noche a la orilla del mar y fija la vista en la dirección que cree que está su Ítaca, su isla… y llora. Llora porque siente que no está en su lugar, aunque su comodidad esté garantizada. Llora porque se siente imposibilitado de hacer aquello que le hace ser Ulises y no una persona distinta: reinar sobre Ítaca, amar a Penélope, criar a sus hijos. Una existencia menos gloriosa y menos fácil, cierto, ¡pero mucho más llena de vida! Primera lección de esta investigación: nuestras alegrías más profundas no vienen de la suma de nuestros éxitos sociales y materiales, ni de la acumulación de nuestros momentos de placer…

Nuestras alegrías más grandes

Entonces, ¿de dónde vienen nuestras mayores alegrías? La investigación continúa, esta vez de la mano de la filosofía. Los grandes sabios de la Antigüedad nos indican cómo hacer para conservar lo mejor posible nuestro bienestar interior. Por ejemplo, no entristecernos ni lamentarnos inútilmente por acontecimientos que no podemos cambiar, sino aprender a aceptarlos; otro ejemplo, evitar los excesos de todo tipo, vivir con moderación…

Sea. Pero entonces, ¿qué hacemos con nuestros grandes sueños? “Vivamos tranquilos y evitemos los contratiempos…”, he aquí el lema de una existencia de gato doméstico. Sin embargo, ni tú ni yo somos gatos de apartamento. Somos seres humanos, hechos para la aventura: la llamada del infinito resuena en nuestro corazón, estamos hechos para la vida. Hay vida en abundancia donde encontramos crecimiento, acogida y fecundidad. Allí donde encuentres sorpresa, imprevistos, esfuerzo, libertad y novedad, allí encontrarás vida.

Dar fruto

¿Qué hacer para que, allá donde estemos, la vida brote y resplandezca? Porque una vida de éxito, una vida plena, es precisamente una existencia en la que podamos dar fruto, brillar, expandirnos, combatir el desorden y el caos que amenazan sin cesar caer sobre el mundo, sobre los más débiles y desamparados. Una vida de éxito es una vida donde podamos expresar las cualidades que nos son propias y hacerlo en beneficio de quienes la vida ha colocado en nuestro camino.

¿Cuál es el secreto de aquellos en quienes admiramos su resplandor, su calor, el secreto de aquellos cuya compañía buscamos, de quienes saben tomar buenas decisiones? Continuemos investigando…

El secreto del tiempo

Primer secreto: tienen tiempo. En primer lugar, tiempo de nutrir su vida interior. Dedican tiempo a recorrer en silencio este inmenso castillo interior que es el alma humana. Exploran en su interior numerosas habitaciones: la habitación donde revisan su jornada, donde reviven los momentos con otras personas, donde resucitan los rostros que han visto… para decirles gracias o enhorabuena o perdón. La habitación donde vuelven a los momentos más significativos del día, los momentos en que han amado, en que han sufrido o los que han lamentado. En el silencio de esta visita interior se configuran y se afirman cada vez más claramente nuestros gustos, proyectos y sueños. Esos minutos contemplativos, a puerta cerrada y pantallas desconectadas, son el secreto de la acción y de la creatividad.

Además, el tiempo de “no hacer nada” o los momentos “improductivos” que incluimos en nuestra vida son la fuente de nuestra inventiva. Los momentos gratuitos y regalados producen siempre frutos inesperados. Un jefe de una gran empresa admite que sus mejores ideas le llegaron… pescando. El cantautor francés Vianney no podía prescindir de sus largos paseos en bicicleta, la investigadora Isabelle Fromentin atribuye su descubrimiento del uso del olfato de perros para la detección temprana del cáncer… ¡a la lectura de novelas policiacas! Esta es la razón por la que correr hacia el éxito no es solo agotador, sino también estéril: elimina de nuestra vida el sentido de la gratuidad. Y es que aceptar dejarte desviar de tus objetivos ofrece a menudo una forma misteriosa y paradójica de acercarte a ellos.

Lo que quiere decir amar

Segundo secreto: saben lo que quiere decir amar. Amar de veras es esperar la molestia, el trastorno, la inquietud. ¡Qué lejos queda la paz mental prometida por tantos sabios! Si continuamos nuestra investigación entre las personas felices de este mundo, encontraremos a todos aquellos que han dado su tiempo y energías al servicio de los que son más débiles o más pobres que ellos. Encontraremos a todos aquellos que se atrevieron a correr riesgos, que tuvieron la audacia de renunciar a una situación cómoda para ir a buscar lo mejor de sí mismos.

Encontraremos a los que construyeron una libertad dichosa atreviéndose a construir compromisos fuertes y duraderos. Encontraremos a quienes han sabido ganarse amistades sólidas aplicando una simple regla: ponerse en el lugar del otro, escuchar las necesidades del otro antes de reivindicar sus propios derechos, felicitar y valorar en lugar de criticar. También encontraremos seguramente a todos aquellos que se pusieron “al amparo del Altísimo”, como dice el salmista: de Él viene nuestra capacidad para perdonar, para ejercer la misericordia, para restaurar la confianza, para creer en el futuro. Mientras nuestra mano esté atada a la suya, nuestro corazón cerca del suyo, “la desgracia no podrá tocarnos ni el peligro acechar nuestra morada”.

La brújula moral

Tercer secreto: tienen una brújula moral. Podemos dar gracias a la filosofía y la psicología que nos enseñan la diferencia entre el placer y la alegría. Así, la famosa prueba del malvavisco verifica la siguiente intuición: quienes han aprendido desde la infancia a resistir el atractivo de un placer inmediato tienen una vida profesional y social más plena, tienen acceso a alegrías mayores.

La filosofía nos señala igualmente la distinción entre una persona y un objeto: de ahí que haya que desterrar la manipulación, la explotación y los métodos utilitaristas, sin negociación. La filosofía y la psicología también nos enseñan por qué nuestras buenas intenciones y nuestro deseo de hacer lo correcto no necesariamente producen decisiones correctas con consecuencias felices: nos invitan a reflexionar sobre el valor de nuestras acciones y a abrir los ojos a las circunstancias en las que se toman las decisiones.

Escucha al Maestro interior

¿El balance de esta investigación sobre “cómo triunfar en la vida”? Abandona la carrera hacia el éxito, haz una pausa. Reconsidera tus motivaciones de vida. Se impone la necesidad de un pequeño viaje interior, al país de los filósofos, a escuchar de la experiencia de los felices del mundo, a seguir al gran Maestro interior, ese Dios que viene a hablarnos en el silencio del corazón.

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