Boston Globe y Philadelphia Inquirer unen fuerzas para tratar de demostrar que los obispos no han aplicado las mismas reglas con ellos que con el resto del cleroDos periódicos históricos de Estados Unidos, Boston Globe y Philadelphia Inquirer, se unieron para publicar un mismo artículo en los dos diarios del 4 de noviembre. El texto tuvo como intención de fondo el mostrar cómo los obispos estadounidenses no se han vigilado a sí mismos tras la reunión de Dallas, en 2002.
Ese año, después de los escándalos desatados en la arquidiócesis de Boston, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) generó un estatuto de cuidados y protección contra el abuso sexual a menores por parte de sacerdotes, diáconos y personal que trabaja en las arquidiócesis, diócesis y eparquías y “prometieron –dice el artículo de los dos rotativos–que los días de ocultamiento e inacción de la iglesia habían terminado”.
El artículo fue escrito por dos miembros actuales del equipo de investigación de Globe Spotlight, y otro escritor que formó parte del equipo de Spotlight que recibió el Premio Pulitzer 2003 por la cobertura del equipo de la crisis de abuso sexual del clero en Boston en 2002. También fue escrito por un equipo de periodistas de Filadelfia.
En la explicación del reportaje del domingo 4 de noviembre, los periodistas del Globe y del Inquirer señalaron que “Boston y Filadelfia han sido punto cero para el escándalo del abuso del clero católico; ambas ciudades han sufrido años de investigaciones eclesiásticas, denuncias, juicios que han producido cicatrices duraderas”.
Chaput: hay que ver el problema en su conjunto
El comentario del arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput fue en el sentido de que el documento presentado por los dos diarios es un documento valioso porque desvela “los fracasos pasados de la Iglesia para erradicar a los abusadores y proteger el inocente”. Y remarca que “todo el público, incluidos los católicos, puede estar agradecido por eso”.
Sin embargo, el arzobispo Chaput se lamentó porque la investigación parece no estar comprometida “con la historia, las raíces, el alcance y la intrusión de los problemas crónicos de abuso sexual en nuestras escuelas públicas, instituciones y en la sociedad en general, y menos interesado en lo que la Iglesia ha hecho y está haciendo para enfrentar el problema”.
Los esfuerzos de la Iglesia para brindar curación a las víctimas de abuso sexual “han sido rutinariamente ignorados o poco informados por los medios de comunicación en la esfera pública. A pesar de la amplia evidencia del alcance del problema del abuso sexual más allá de la Iglesia Católica, algunos continúan perpetuando el problema. Mentira que el abuso sexual de menores es un problema ‘católico’ y que la Iglesia ha hecho poco para solucionarlo”.
O’Malley: se ha hecho mucho en 16 años
Por su parte, la arquidiócesis de Boston, a través de un comunicado de prensa, señaló que el informe en el Boston Globe “ofrece una ventana a la profundidad del problema que enfrenta la Iglesia”.
El comunicado indica, también, que el cardenal de Boston, el arzobispo Sean P. O’Malley, ha “convertido en una prioridad crear entornos seguros en las iglesias y escuelas de la arquidiócesis y continuar apoyando a todas las personas afectadas por el abuso sexual del clero”.
La arquidiócesis de Boston señaló en su comunicado que ella misma, sin presión de los medios, “comenzó a revelar la identidad de los sacerdotes acusados públicamente en 2011” y no se han presentado nuevas denuncias de abuso desde 2006.
“Hemos aprendido mucho en el transcurso de los últimos 16 años y hemos realizado cambios radicales y significativos en todas las dimensiones de la vida de la Iglesia, pero no podemos dejarnos llevar por una sensación de logro que podría arriesgarnos a la complacencia”, ha dicho el cardenal O’Malley.
Hacia un código de conducta episcopal
El informe de The Globe / Inquirer dice que más de 130 obispos de Estados Unidos (un tercio de los obispos actuales) han sido acusados durante su carrera por no responder adecuadamente a la conducta sexual inapropiada en sus diócesis, y que “al menos” 15 obispos, incluido el arzobispo McCarrick, ex cardenal-arzobispo de Washington que renunció al Colegio de Cardenales en julio, han sido acusados de cometer abusos sexuales o acoso sexual.
Lo que el artículo señala como “más revelador” es que “los reclamos contra más de cincuenta obispos se centran en los incidentes que se produjeron después de una reunión histórica de obispos estadounidenses en Dallas en 2002”, cuando votaron para eliminar a cualquier sacerdote que haya abusado de un menor y establecieron juntas de revisión civil para investigar las denuncias de mala conducta del clero.
Aunque la “Carta para la protección de niños y jóvenes” de 2002 impuso estándares que llevaron a la remoción de cientos de sacerdotes, “los obispos se excluyeron específicamente de las medidas de protección infantil”, afirman los diarios de Boston y Filadelfia.
Por lo demás, ha quedado claro que esta brecha es una que los obispos estadounidenses planean abordar a mediados de noviembre durante su asamblea general anual de otoño en Baltimore, cuando lleven a cabo lo anunciado por el cardenal Daniel N. DiNardo (presidente de la USCCB) sobre la creación de un código de conducta propio de los obispos; un código que los responsabilice de su respuesta a las denuncias de abusos sexuales del clero en sus diócesis.
El artículo del Globe / Inquirer termina señalando que “este mes (de noviembre), los obispos de Estados Unidos se reunirán en Baltimore para debatir, una vez más, cómo recuperar la confianza de los fieles”.