El Pontífice recibió a delegados del Judíos del Cáucaso en el Vaticano
El papa Francisco insistió en la importancia de la amistad entre judíos y católicos, rechazó las actitudes antisemitas y reiteró que un “cristiano no puede ser antisemita”. Lo dijo a los delgados del World Congress of Mountain Jews del Cáucaso, venidos a Roma y, que, por primera vez, tuvieron una audiencia privada con un Sucesor de Pedro en el Vaticano este 5 de noviembre de 2018.
“Incluso hoy, lamentablemente, las actitudes antisemitas están presentes. Como he mencionado muchas veces, un cristiano no puede ser antisemita. Nuestras raíces son comunes. Sería una contradicción de la fe y de la vida. Juntos estamos llamados a comprometernos a que el antisemitismo sea erradicado en la comunidad humana”, dijo el Papa ante 30 delegados del Congreso Mundial de Judíos de Montaña del Cáucaso.
Es la primera vez – mencionó Francisco – que estos “hermanos judíos” que pertenecen a su “antigua tradición van a visitar al Papa, y por esta razón, la reunión de hoy es una fuente de alegría”.
El Papa ha encontrado la última vez a una comunidad judía en su viaje a Lituania el pasado 23 de septiembre. “Era una jornada dedicada a la conmemoración de la Shoá” para recordar en el 75 aniversario la destrucción del ghetto de Vilnius y el asesinato de miles de judíos.
Conmemorar “el holocausto es necesario para que quede viva la memoria del pasado”. “Sin una memoria viva no habrá futuro porque, si no aprendemos de las páginas más oscuras de la historia a no caer en los mismos errores, la dignidad humana seguirá siendo letra muerta”, expresó.
Francisco en varias ocasiones ha rememorado en silencio y con gestos, el mal del holocausto, es decir en memoria de la persecución y aniquilación sistemática de los judíos europeos por parte del Estado alemán nacionalsocialista y sus colaboradores. Entre 1933 y 1945, final de la Segunda Guerra Mundial, fueron asesinados 6 millones de judíos.
Asimismo, aseguró que deseaba conmemorar dos eventos trágicos: “El 16 de octubre cuando ocurrió otro dramático 75o: el asedio del ghetto de Roma. Y en unos pocos días, el 9 de noviembre, “serán ochenta años desde la llamada “Kristallnacht” (Noche de los Cristales Rotos), cuando “se destruyeron muchos lugares de culto judíos, también con la intención de erradicar lo que en el corazón del hombre y de un pueblo es absolutamente inviolable: La presencia del Creador”.
“Cuando quisimos reemplazar al Dios bueno con la idolatría del poder y la ideología del odio, llegamos a la locura de exterminar a las criaturas”.
“Por lo tanto, – añadió – la libertad religiosa es un bien supremo para ser protegido, un derecho humano fundamental, un baluarte contra los reclamos totalitarios”.
En este contexto, afirmó que siempre ha insistido “en enfatizar la importancia de la amistad entre judíos y católicos. Basada en una fraternidad arraigada en la historia de la salvación, que se hace concreta en la atención mutua”.
“Con ustedes me gustaría agradecer al Dador por todo el bien que nos ha brindado nuestra amistad, impulso y motor del diálogo entre nosotros. Es un diálogo que en este momento estamos llamados a promover y expandir a nivel interreligioso, para el bien de la humanidad”.
En este sentido, el Obispo de Roma rememoró con gusto “el hermoso encuentro interreligioso de hace dos años en Azerbaiyán, donde noté la armonía que las religiones pueden crear “a partir de las relaciones personales y la buena voluntad de los responsables”.
E indicó que aquí está el camino: orar por todos y dialogar con todos. “Sí, porque hoy “no es el momento para soluciones violentas y abruptas, sino el momento urgente para emprender procesos pacientes de reconciliación” (2 de octubre de 2016). Es una tarea fundamental a la que estamos llamados”.
Por último pidió al “Todopoderoso que bendiga nuestro camino de amistad y confianza, para que podamos vivir siempre en paz y, donde sea que nos encontremos, podemos ser artesanos y constructores de paz. Shalom Alechem!”.