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Violencia en casa del cardenal Rivera Carrera deja a un custodio muerto

MEXICO
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Jaime Septién - publicado el 22/10/18
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Sucedió mientras impedía la entrada de tres delincuentes a la casa del cardenal y arzobispo emérito de México

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El día de ayer, en una escena que se ha vuelto dolorosamente cotidiana en la Ciudad de México, tres hombres armados intentaron penetrar a una casa situada en la calle de Camelia, en la colonia Florida, al sur de la capital del país.  Un policía bancario e industrial trató de impedir lo que, supuestamente, era un asalto.  Murió baleado por los delincuentes.  La casa es del cardenal y arzobispo emérito de México, Norberto Carrera Rivera.

El “modus operandi” de los delincuentes refleja no solo que “sabían” que el cardenal vivía en esa casa, ya retirado después de haber ejercido su ministerio en la arquidiócesis primada de México por más de dos décadas, sino que “iban” por él.  Los delincuentes llegaron con uniforme militar, “tenían órdenes” de entregar un sobre color amarillo al prelado, discutieron con el guardia de seguridad asignado a la custodia del cardenal Rivera (de nombre José Javier Hernández Nava) y en el forcejeo por penetrar en el domicilio, lo balearon dejándolo sin vida.

 

 

El primer círculo de seguridad del cardenal Rivera se percató de los hechos y de inmediato aplicó el protocolo de seguridad, repeliendo la agresión de los delincuentes quienes huyeron con rumbo desconocido en dos camionetas de modelo reciente, seguramente robadas.  Eran las tres de la tarde de ayer domingo y el cardenal Rivera, en efecto, se encontraba en su casa.  Afortunadamente, resultó ileso.

El secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, Raymundo Collins, quien se trasladó a la residencia del cardenal Rivera para iniciar las investigaciones, no descartó otras líneas diferentes a las del robo, aunque no hay elementos suficientes, dijo, para hablar de una atentado en contra del arzobispo primado emérito de México.  Los criminales alcanzaron a ingresar a la casa de Rivera Carrera, pero huyeron cuando otro elemento de seguridad les cerró el paso.

En las inmediaciones del portón de la casa, la policía encontró diez casquillos percutidos de arma de fuego de nueve milímetros, lo que habla de que, además de las tres balas con las que dieron muerte a Hernández Nava, se dispararon otros siete proyectiles en una refriega que ha sido condenada por todos los sectores eclesiásticos pero muy poco comentada –al menos en los informes del día de hoy, lunes—por los mentideros políticos y los principales personajes de la política mexicana.

Por su parte, el cardenal Rivera, en una breve entrevista televisiva dijo desconocer quiénes eran los delincuentes y a qué iban a su casa.  Relató que en 2010 ya había recibido un sobre amarillo similar, pero su secretaria , al darse cuenta que se trataba de un sobre-bomba, lo desactivó sin que hubiera consecuencias.

Las hipótesis que se manejan son muchas y muy variadas.  Desde una “advertencia” del crimen organizado al próximo gobierno capitalino, especialmente de aquellos que fueron combatidos durante el ejercicio ministerial del cardenal Rivera en la arquidiócesis primada de México, hasta la más cercana de un intento de robo.  Sin embargo, ésta última, que manejan las autoridades policiacas, todavía no tiene ningún tipo de evidencia.

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