La palabra clave para no equivocarnos en nuestra vida como cristianos es estar "enamorados" del Señor y tomar de Él la inspiración para nuestras acciones.
Así lo vivía Pablo, el apóstol autor de la Primera Carta a los Gálatas. Un equilibrio entre "contemplación y servicio", dos cualidades muy ilustradas por el Evangelio de Lucas centrado en las figuras de María y Marta, hermanas de Lázaro de Betania, en cuya casa Jesús es huésped.
Cristianos atareados pero sin la paz del Señor
"Son dos hermanas que, con su manera de actuar", explica Francisco en la homilía de la misa, "nos enseñan cómo debe seguir adelante la vida del cristiano".
"María escuchaba al Señor", mientras Marta estaba "distraída" porque estaba "ocupada con las tareas".
Marta es una de esas mujeres "fuertes", subraya el Papa, capaz de reprochar al Señor por no haber estado presente en la muerte del hermano Lázaro.
Sabe "avanzar", es valiente, observa, pero carece de "contemplación", incapaz de "perder tiempo mirando al Señor":
La contemplación no es no hacer nada
Al contrario, lo de María -aclara Francisco- no es un "no hacer nada". Ella "miraba al Señor porque el Señor tocaba el corazón y desde ahí, desde la inspiración del Señor, es de donde viene el trabajo que se debe llevar a cabo luego".
Es la regla de san Benito, "Ora et labora", que encarnan monjes y monjas de clausura, los cuales ciertamente -subraya el Papa- no "están todo el día mirando al cielo; rezando y trabajando".
Y, sobre todo, es lo que ha encarnado el apóstol Pablo, como está escrito en la Primera Lectura de hoy: "cuando Dios lo eligió" - observa Francisco - "no fue a predicar" enseguida, sino que "se fue a orar", "a contemplar el misterio de Jesucristo que le fue revelado".
Contemplación y servicio: el camino de nuestra vida
Es como cuando un marido vuelve a casa del trabajo y encuentra a su mujer que lo acoge: quien está realmente enamorada no lo recibe y luego se pone a atender las cosas de la casa, sino que "saca tiempo para estar con él".
Entonces, nosotros también tomemos tiempo para el Señor al servicio de los demás:
Por Gabriella Ceraso