El cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo valora como “muy positivo” el proyecto Puentes de Solidaridad implementado por el Vaticano y el papa Francisco para contribuir con los venezolanos que han migrado a varios países de Latinoamérica, cuyas cifras, según las organizaciones no gubernamentales que le hacen seguimiento a la crisis humanitaria que se vive en Venezuela, supera los tres millones de desplazados forzados.
Es una realidad lacerante porque la gente sale por necesidad y no porque quiere, dijo este viernes 5 de octubre, a la emisora Unión Radio de Caracas.
Además de sobre el éxodo masivo que experimenta la población venezolana, habló, entre otros temas, de la visita ad limina que recientemente los obispos del país bolivariano hicieron al Vaticano donde encontraron apoyo del papa Francisco.
“El balance es positivo”, expuso acerca del encuentro papal. “Se cumplió en un ambiente muy distendido, como es lo típico y normal del papa Francisco, quien tiene un conocimiento muy exacto y muy cercano de la realidad del país, y la preocupación como latinoamericano porque toda América Latina y sobretodo Suramérica está en medio de una situación que no es nada fácil”, dijo Porras, el administrador apostólico de la Iglesia en Caracas desde julio pasado.
“Ustedes no vienen planteando cosas de ustedes mismos, sino siendo voz de las comunidades, de la gente…”, refirió el cardenal Porras acerca de las palabras de aliento recibidas por parte del papa Francisco en el encuentro que duró poco más de dos horas.
Comentó que basado en esta realidad de Venezuela, el Vaticano lanzó hace unos meses el programa Puentes de Solidaridad para Suramérica.
Proporciona atención no sólo a los venezolanos que salen sino también a las instancias de esos países para poder intercambiar con organizaciones civiles y con los gobierno de turno de esos países.
“Debemos tener en cuenta que este exilio venezolano no es un grupo que sale sino una avalancha, y que constituye un problema para esos países que los reciben, y en este momento es en Suramérica donde hay mayor receptividad, es una realidad lacerante”, dijo el también arzobispo de Mérida.
Porras Cardozo no dejó de mencionar “el desarraigo de los afectos” que significa “dejar su propia tierra” para los migrantes.
“Muchos salen sin tener una raíz, una vinculación a donde van; a tener que hacer lo que nunca han hecho”.