Le esta prohibido cualquier clase de aparición pública o ejercicio del ministerio sacerdotalEl ex cardenal y arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, la punta de iceberg de los escándalos sexuales que sacuden hoy a la Iglesia de Estados Unidos ha comenzado ya la vida de oración y penitencia a la que ha sido recluido por el Papa Francisco.
Esta vida alejada de su ministerio y dedicada a pedir perdón por los abusos de su autoridad, principalmente con seminaristas, se llevará a efecto en el monasterio de los capuchinos de San Fidel situado en la pequeña ciudad de Victoria, en el Estado de Kansas.
La decisión del traslado de McCarrick a Kansas ha sido tomada, de manera conjunta, por la arquidiócesis de Washington y la diócesis de Salina, cumpliendo así la sentencia impuesta al ex cardenal por el Papa el pasado 28 de julio de 2018 al encontrase una acusación creíble de abuso sexual contra de un menor en la arquidiócesis de Nueva York.
El primer cardenal en renunciar
Al mismo tiempo que la acusación en Nueva York, salieron a la luz que tanto la arquidiócesis de Newark como la diócesis de Metuchen habían llegado a arreglos extra judiciales con varios hombres adultos que alagaron que habían sido abusados por McCarrick en su época de seminaristas.
Tras que la acusación se hizo pública, McCarrick renunció al colegio de los cardenales, convirtiéndose, así, en el primer cardenal estadounidense en hacerlo en toda la historia.
El cardenal Donald Wuerl de Washington, el obispo Gerald L. Vincke de Salina, y el padre Christopher Popravek, provincial de los capuchinos en Denver, hicieron los arreglos necesarios para hospedar a McCarrick en su potencialmente indefinida estancia en Victoria.
Las razones del obispo
Mientras McCarrick viva en oración y penitencia, le estará prohibido cualquier clase de aparición pública o ejercicio del ministerio sacerdotal. El obispo Vincke ha señalado que la diócesis de Salina no incurrirá en ningún gasto por hospedar al ex cardenal.
En una carta de la diócesis de Salina, intitulada “Por qué dije que sí”, el obispo Vincke explicó que había recibido una llamada telefónica del cardenal Wuerl el pasado 13 de septiembre, preguntándoles si McCarrick podría ser trasladado con los capuchinos de San Fidel, toda vez que ya había obtenido la aprobación del provincial de los capuchinos.
“Pensé que esta decisión iba a ser ofensiva y dolorosa para mucha gente”, dijo Vincke en su carta diocesana. “El arzobispo McCarrick está, de muchas maneras, al frente de la tormenta de fuego de la Iglesia. Muchos de nosotros estamos confundidos y enojados por lo que lo han acusado en varias décadas del pasado”, continuó escribiendo Vincke.
Justicia y misericordia
Sin embargo, el obispo de Salina accedió a hospedar a McCarrick en su diócesis sabiendo que tendría prohibida cualquier aparición en público y que la diócesis no iba a asumir algún costo por su estancia.
“Creo en la justicia”, dijo el obispo de Salina, haciendo notar que la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos está llevando a cabo una investigación exhaustiva, guiada por expertos, para conocer la verdad del caso. El límite de tiempo de esa investigación aún no está claro: McCarrick tiene 88 años de edad.
Más adelante, el obispo Vincke detalla que la decisión de hospedar al ex cardenal de Washington no fue una decisión tomada a la ligera ni fue fácil: “También creo en la misericordia y al decir que sí he tenido que reconciliar mis propios sentimientos de disgusto, ir y resentimiento hacia el arzobispo McCarrick”.
Y terminó diciendo en su carta que “esta purificación de la Iglesia de Dios es dolorosa, pero necesaria: necesitamos tener los ojos de la fe mientras pasamos por esto”.