El Premio Nobel a Bob Dylan ratificó en el mundo de la cultura que aquellos versos que el rock había enhebrado entre melodías más o menos melosas también eran poesía. Reconocimiento de poeta para un rockero, formalización de un dogma popular del que muchos ya gozaban, y en español pocos como Luis Alberto Spinetta.
El «Flaco», icono del rock argentino, tal como lo definió Billboard, había empezado a trascender desde la banda Almendra con la inmortal «Muchacha ojos de Papel», una de las canciones de amor más emblemáticas del rock hispanoamericano.
Pero junto con Muchacha ojos de Papel estaba entre los primeros temas grabados por Almendra «Plegaria para un niño dormido». Se trata de una canción que Spinetta había compuesto a los 15 años, una de sus primeras letras.
La canción es dulce y triste a la vez. No tiene estribillos aunque en cada «Plegariá para un niño dormido», tal como la pronuncia, el tiempo parece detenerse. Spinetta contempla a un niño dormido, que evidentemente atraviesa un momento de dolor y sufrimiento. Y canta:
Se ríe el niño dormido quizás se sienta gorrión esta vez jugueteando inquieto en los jardines de un lugar que jamás despierto encontrará.
Que nadie, nadie, despierte al niño déjenlo que siga soñando felicidad destruyendo trapos de lustrar alejándose de la maldad.
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