Has encontrado a la mujer o al hombre ideal... o eso parece. Y te asalta la pregunta: ¿será "para siempre"?
Es algo maravilloso cuando alguien puede decir a otra persona: “Eres el amor de mi vida”. Esa plenitud de haber encontrado en el otro al compañero de vida, al esposo o esposa, al hombre o mujer que me ame y al que yo ame para siempre, es el sueño de nuestra felicidad en la tierra para los que tienen vocación de casados, que son la inmensa mayoría.
De hecho, ya desde el primer amor, seguramente ese amor inmaduro y platónico por el que nos deshicimos en la adolescencia (o antes) ya clavó en nuestro corazón el deseo de un “para siempre”. Ese amor iba a ser eterno, porque no existía nada comparable a su alrededor ni en toda la faz de la tierra.
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