La agricultura biodinámica, que parece ecológica y científica, muestra de hecho un enfoque esotérico y sus principios tienen un origen ocultista. Que no os engañeHoy en día, no es raro encontrar vinos con la siguiente inscripción: “Certificación Demeter, vino biodinámico”. Este método de producción se está extendiendo cada vez más en los grandes viñedos franceses, cuyas mayores cosechas ahora utilizan este método.
Muchos han cedido al encanto de las sirenas de algo que es, en realidad, un enfoque esotérico enmascarado por un barniz de apariencia científica. Necesitamos saber de qué estamos hablando.
La biodinámica es el resultado de una serie de conferencias pronunciadas en 1924 por Rudolf Steiner, un ocultista de principios del siglo XX, a agricultores que se negaban a utilizar fertilizantes y pesticidas químicos. Steiner propuso un enfoque que evitaba estas herramientas, basándose en la doctrina de la antroposofía, fundada por él mismo.
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Un enfoque espiritual
Aunque es digno de celebración el hecho de poder evitar el uso de productos químicos en la viticultura, qué menos que preguntarnos sobre los pormenores de este enfoque en concreto.
El cultivo biodinámico implica, por ejemplo, enterrar durante varios meses un cuerno de vaca lleno de una mezcla de diferentes elementos naturales. Luego esta mezcla debe diluirse en agua en una dilución que alcanza los mismos estándares que la homeopatía, aunque esta solución es sometida a su propio proceso llamado “dinamización”. Luego la solución así obtenida debe ser rociada sobre la vid en función del calendario lunar y zodiacal.
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Solo con este último elemento se puede afirmar que nos estamos sumergiendo de lleno en el esoterismo. Producir o consumir estos vinos nos compromete, por lo tanto, a un enfoque espiritual. Achacar a las estrellas, a millones o billones de años luz de distancia, cualquier poder o influencia sobre la vid es un acto de fe y no una realidad científica verificable.
Ocultismo
De hecho, esta apariencia “científica” de la biodinámica no se basa en consideraciones basadas en la observación de la realidad, sino en una visión del mundo derivada de corrientes ocultistas de pensamiento y que implican, por tanto, un proceso de fe. La pregunta que surge entonces es: ¿a quién se profesa esta fe? Solo hay una cosa de la que estoy seguro: no se trata de Cristo.