Joven sin poderes tratando de sobrevivir en un entorno hostilAlpha es una película ambientada en la prehistoria, seguramente repleta de licencias pero al mismo tiempo muy entretenida, que ha dirigido en solitario Albert Hughes tras rodar algunos filmes junto a su hermano Allen: Dinero para quemar, Desde el infierno, El libro de Eli…
Para los buscadores de etiquetas y parecidos, podríamos adelantarles que es una especie de The Revenant pero dirigida a un público muy joven, y que allá donde Alejandro González Iñárritu buscaba el arte puro en combinación con la naturaleza, Hughes prefiere optar por el espectáculo para todos los públicos.
Y esto no es malo, sino al contrario porque, insisto, está planteada para espectadores muy jóvenes y es una película que no les viene mal en medio de una cartelera en exceso centrada en los dibujos animados, los superhéroes y los remakes. Lo explicaré mejor con un ejemplo, que atañe sobre todo a quienes somos padres (y madres).
En los últimos tiempos, si uno consulta los estrenos de cine para que sus hijos elijan una película, comprobará que todos acabamos viendo cintas basadas en historias de superhéroes. A mí esto no me molesta (aunque hubo unos meses en los que acabé saturado), sino que me declaro fan de Marvel porque me divierten sus filmes cada vez más cómicos y espectaculares, y soy un admirador absoluto del Batman de Christopher Nolan.
Pero, a principios de este verano, estuve pensando en cómo han cambiado las carteleras: de niños y de adolescentes veíamos muchos filmes de aventuras, y comedias alocadas para todos los públicos, y nos ofrecían historias donde hombres y mujeres corrientes, como usted y como yo, tenían que ingeniárselas para sobrevivir en entornos amenazadores y afrontar conductas malvadas de terceros.
Lejos de ser superhéroes, eran personas sin otros recursos que el ingenio o las posibilidades de sus cuerpos sin poderes. Pienso en Tarzán, en Mad Max, en Indiana Jones, en Los Goonies, en numerosos westerns, en Las aventuras de Jeremiah Johnson, en La selva esmeralda, en Conan, en La presa, incluso en Acorralado…
Y, sin embargo, ahora estamos dominados por gente que vuela, trepa y suelta relámpagos. Y conviene que, aunque sea de vez en cuando, bajemos los pies a la tierra y mostremos a nuestros hijos cómo alguien normal, por ejemplo un joven aprendiz de cazador de una tribu, debe desenvolverse sin poderes.
Por eso llevé a mi hijo a ver Alpha: para enseñarle que, si alguien se extravía en los bosques y en las montañas, necesita los recursos naturales y utilizar el cerebro. No hay más. Y se entretuvo y aprendió. Porque Alpha, en realidad, cuenta dos historias:
Por un lado, imagina cómo podría haber sido la primera amistad entre un humano y un lobo para desembocar después en las alianzas entre perros y personas. En este sentido, nos recuerda a relatos de Jack London y a películas vistas en sesiones matinales: a veces el hombre ayuda al animal, pero también el animal socorre al hombre, etc.
Por el otro, en los primeros minutos de la película es esencial el personaje del padre del protagonista (el joven Kodi Smit-McPhee, a quien recordamos por La carretera, el remake de Déjame entrar y Slow West): le va enseñando a sobrevivir, a desenvolverse en solitario para lograr objetivos primordiales como hacer fuego, seguir el camino guiándose por las estrellas o cazar una presa para alimentarse.
Cuando el joven es dado por muerto y debe volver solo a las tierras donde vive su tribu, su máxima ambición es encontrar a sus padres. Y en ese camino, al que pronto se le une el lobo, son las enseñanzas de sus progenitores el verdadero faro para suministrarse los recursos necesarios y continuar con vida.
Ficha Técnica
Título original: Alpha
País: Estados Unidos
Director: Albert Hughes
Guión: Daniele Sebastian Wiedenhaupt (basado en una historia de Albert Hughes)
Música: Joseph S. DeBeasi & Michael Stearns
Género: Aventuras / Drama familiar
Duración: 96 min.
Reparto: Kodi Smit-McPhee, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Leonor Varela, Natassia Malthe, Morgan Freeman (narrador)