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¿Qué se hace en las parroquias de EE.UU. para combatir los abusos sexuales a menores?

PARAFIANIE W KOŚCIELE

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John Burger - publicado el 06/09/18

Oración, ayuno, sesiones para escuchar, cartas para abordar los errores... pero, ¿es suficiente?

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En muchos aspectos, el obispo Robert Reed es un hombre corriente. No hace mucho era el padre Reed, un párroco. Sigue siendo pastor en un barrio periférico de Nueva Inglaterra, EE.UU., así que es cercano al “pueblo”. Sin embargo, también es obispo auxiliar de la archidiócesis de Boston, así que podría considerársele “uno de ellos”.

Entendiendo “ellos” como una multitud amorfa conocida como “los obispos”, cuya reputación se ha visto dañada debido a las revelaciones sobre un apreciado cardenal estadounidense, el informe condenatorio de un gran jurado en Pensilvania y la carta de un arzobispo del Vaticano que ha sido recibida en gran medida como un reavivamiento de una “guerra cultural” dentro de la Iglesia.

El obispo Reed es muy consciente de la profundidad de la controversia y del alcance del impacto del escándalo. Él presenta un programa de televisión de alto perfil en el canal de televisión estadounidense Catholic TV, una red archidiocesana que dirige y que aborda temas de actualidad. Sabe que cualquier “remiendo” que se le ocurra a la Iglesia para el escándalo actual tiene que ir más allá del programa de acción que la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) propuso en 2002, después de un escándalo nacional cuyo epicentro estaba en su propia archidiócesis.

Sin embargo, según sus propias palabras, él no está “en lo alto del tótem de la USCCB”, así que su influencia sería limitada.

“Sé que los obispos deben actuar con decisión y que la acción debe ser exhaustiva, transparente, profesional y en cooperación con laicos competentes. Aun así, me pregunto: ¿qué puedo hacer yo?”, escribió en una carta a sus feligreses en Wayland, Massachusetts, el domingo pasado. “Todo lo que sé es que puedo rezar y hacer penitencia. Con ese fin, y como pastor vuestro, me comprometo a un día y una noche completos de penitencia pública”.

El obispo Reed anunció que el lunes 24 de septiembre, después de celebrar una misa matutina, permanecerá en la iglesia “en oración y ayuno hasta la mañana siguiente”, cuando celebrará misa de nuevo. Anunció que la iglesia permanecerá abierta durante la noche e invitó a los fieles a unirse a él en oración “durante unos minutos o durante toda una hora”.

El obispo Reed cree que también necesita haber “algún esfuerzo nacional para hacer penitencia y orar, por nuestros propios pecados personales y los pecados del liderazgo en la Iglesia”. De hecho, muchas parroquias, párrocos y feligreses están empezando a hacerlo por su cuenta en respuesta a los escándalos de este verano. Algunos sacerdotes dirigen a sus congregaciones en la Oración a san Miguel al final de las misas, mientras que otros celebran horas santas especiales de oración y reparación.

Aunque Internet se ha convertido en un campo de batalla entre los que debaten las causas del abuso, también está siendo un foro para los que piden esfuerzos basados en la oración y la penitencia.

El arzobispo William Lori ha convocado a la archidiócesis de Baltimore a observar un Día de Reparación al Sagrado Corazón de Jesús el viernes 7 de septiembre. “La intención es por la curación de las víctimas de abuso sexual y la reconciliación para aquellos que se han escandalizado, alienado y desilusionado”, dice un anuncio de la archidiócesis.

“Él entiende el dolor que hay ahí afuera”, afirmó el padre Jeffrey Dauses, pastor de la iglesia de St. Andrew en Annapolis, Maryland. Recientemente, asistió a una sesión que celebró el arzobispo Lori con otros sacerdotes que tuvo lugar poco después de que el padre Dauses realizara “sesiones para escuchar” en su propia parroquia. Dauses animó a los feligreses a seguir escribiendo y llamando a los líderes de la Iglesia en relación los escándalos.

En general, dijo el padre Dauses en una entrevista, la gente está enfadada por la “cultura de permisividad y secretismo e hipocresía y maldad”.

“Algunas personas me enviaron un correo electrónico o me contactaron y me dijeron: ‘He tenido bastante, me marcho de la Iglesia y no voy a volver’”. (…) No ha sido una gran cantidad de personas, pero aprendí en la sesión para escuchar que hay gente que todavía está luchando con esta decisión”, declaró.

El padre Dauses describió el dilema de una madre de cuatro niños pequeños que van a la iglesia de St. Andrew todas las semanas. “Ella es una abogada que trabaja con víctimas de abuso infantil”, dijo el pastor. “Me dijo: ‘Fui a misa estando de vacaciones el fin de semana después de que esto saliera y no se dijo ni una palabra. Y me estaba planteando no volver’”. Luego se enteró de la sesión para escuchar y decidió “darle una última oportunidad”, dijo Dauses. “Ella estaba realmente indecisa sobre esta cuestión: ‘No estoy segura de poder ser parte de una Iglesia como esta cuando el trabajo de toda mi vida es luchando contra esto’”.

Para tranquilizar a los católicos como esta madre, dijo el padre Dauses, tiene que intervenir un organismo fuera del control de los obispos.

“Si se quiere tener alguna credibilidad, tiene que venir de una [organización] independiente. (…) No sé cómo se puede limpiar algo así. No pueden ser los obispos vigilándose a sí mismos. En este momento no tienen credibilidad”, dijo. Tiene que ser “alguien que no sea una parte interesada, que pueda decir a la gente en los bancos de la iglesia: ‘Sí, están haciendo lo que dicen que están haciendo’. Porque solamente escucharles [a los sacerdotes] decir eso, en este momento, no significa absolutamente nada”.

Y continuó el pastor: “Dije en nuestra sesión para escuchar que una de las cosas que nos faltan en la Iglesia son mujeres en [puestos de] liderazgo”, continuó el pastor. “Y no estoy hablando de la ordenación. (…) Esa puerta está cerrada. Pero la ordenación no debe ser sobre el poder; debe ser sobre servicio. Así que, ¿por qué no podemos tener a mujeres (…) en la mesa, ayudando con las decisiones? Porque las mujeres aportan una visión totalmente diferente. Si las mujeres hubieran estado al cargo, esto nunca habría ocurrido. Las mujeres nunca permitirían que los niños [estuvieran en peligro de esa manera]”.

Una organización católica de mujeres con sede en Arizona, Blessed Is She, ya ha hecho un llamamiento con ese espíritu a sus seguidoras. “Hermanas, somos hijas amadas del Rey, hijas bautizadas de Dios”, se dice en su sitio web. “Estamos bautizadas en el nombre de Cristo como sacerdote, profeta y rey. Ahora, más que nunca, necesitamos defender a la Iglesia que amamos. Necesitamos levantarnos como miembros del laicado para proteger y guiar a nuestra Iglesia en una de sus más grandes horas de necesidad. Tenemos que poner en primer plano nuestro único genio femenino cuando tantísimos han fallado en sus vocaciones”.

En una entrevista, el obispo Reed reconoció que la Conferencia Episcopal estadounidense es consciente de la urgencia y dijo que es probable que surgiera un plan antes de la reunión nacional de la Conferencia en noviembre.

Esta semana, el presidente de la Conferencia Episcopal de EE.UU., el cardenal Daniel DiNardo, emitió una declaración diciendo: “El 1 de agosto, prometí que la USCCB ejercería toda la extensión de su autoridad y abogaría ante aquellos con mayor autoridad por investigar las muchas preguntas que rodean al arzobispo [Theodore] McCarrick. El 16 de agosto, convoqué una Visita Apostólica, trabajando en concierto con una comisión nacional laica con autoridad independiente, para buscar la verdad. Ayer, reuní a nuestro Comité Ejecutivo una vez más y reafirmé el llamamiento a un examen rápido y exhaustivo de cómo las graves fallas morales de un hermano obispo han podido tolerarse durante tanto tiempo y demostrado no ser un impedimento para su ascenso”.

Por su parte, el obispo Reed declaró: “Necesitamos saber todos los ‘qués, dóndes y cuándos’ de algunas de estas acusaciones contra los obispos, primero, y los sacerdotes, por si hubo personas que encubrieron las cosas o que no han sido tan transparentes como sea posible en lo referente al abuso de niños en particular, pero también con el abuso de adultos, por ejemplo, seminaristas; creo que necesitamos llegar al fondo de la cuestión, tiene que haber un proceso”. Los obispos saben que “tiene que ser en cierto modo una investigación independiente, conducida por laicos si se quiere”.

También habló de la necesidad de reformar los seminarios y de la manera en que la Iglesia prepara a los hombres para el sacerdocio.

“Me siento muy afortunado porque, cuando estudié en Roma, pensé que había una atmósfera abierta muy apropiada”, dijo. Porque él y otros seminaristas de Estados Unidos vivían en el Pontificio Colegio Norteamericano, pero iban a estudiar a una universidad cercana, “y porque estudiamos en la universidad con gente de todo el mundo, con laicos y laicas, con religiosos y religiosas, era muy saludable. Tenía una apertura que me pareció muy buena en mi preparación para el sacerdocio”.

El obispo Reed contó a Aleteia que una serie de pastores en su área están planeando llevar a cabo sesiones para escuchar y que él también planea hacerlo. Dijo que una cosa sobre la que podrá conversar en la sesión para escuchar de su parroquia es el estudio que se está llevando a cabo en el Seminario de St. John de la archidiócesis, donde se han hecho acusaciones sobre abuso sexual y comportamiento inmoral. Al final del semestre, el grupo que estudia la situación elaborará un informe y se lo entregará al cardenal Seán O’Malley, quien tomará medidas al respecto en ese momento, explicó el obispo Reed. “Creo que se hará público un resumen de ese informe”, añadió.

El doctor Gregory Bottaro, fundador del instituto católico de psicología CatholicPsych Institute, tiene otra sugerencia para los obispos.

“Si el obispo es el novio y la Iglesia es la novia, bueno, aquí hay algunas cosas que he aprendido como esposo que tal vez no hayas aprendido en tu camino”, afirmó Bottaro, autor del libro The Mindful Catholic. “La primera es que cuando causas una ruptura de la confianza con tu esposa, no puedes establecer las reglas sobre cómo se reconstruirá esa confianza. Tienes que ser humilde y tu esposa te hará saber lo que necesita de ti y tienes que estar dispuesto a hacer lo que te pida. Esto lo veo en mi trabajo marital, con las aventuras amorosas, cuando los hombres engañan a sus esposas y piensan que van a solucionarlo todo dictando lo que van a hacer para mejorar y sin siquiera preguntando nunca a su esposa lo que ella quiere. Veo que eso está pasando ahora mismo con la Iglesia”.

En medio de los escándalos actuales, Bottaro dijo que ha necesitado prestar más atención a los pacientes, muchos de los cuales han sido víctimas de abusos en el pasado.

“Diría que el 75% de mis pacientes están afectados por esto”, dijo en una entrevista. “La mayoría de mis pacientes son católicos. Veo a muchos sacerdotes y religiosos y fieles laicos católicos. [Las noticias sobre el escándalo] son increíblemente inquietantes, desorientadoras y perturbadoras, especialmente para las personas que han sido traumatizadas. He tenido que trabajar mucho más duro estas últimas dos semanas a causa de estos escándalos. (…) Está trayendo viejos recuerdos, está trayendo recuerdos nuevos, está trayendo nuevas comprensiones”.

La gente puede tener un “sesgo de confirmación”, explicó el psicólogo, “el que por ser parte de algo queremos pensar que es algo bueno. Así que cualquier prueba que diga lo contrario puede hundirse en nuestra propia justificación. Inconscientemente miramos a otro lado, en especial con las cosas más sutiles. Pero incluso con las cosas más serias, muchas veces, incluso las víctimas de abuso pueden justificar los errores de sus abusadores y culparse a sí mismas. Así que muchas personas ahora, cuando ven la realidad del horror de lo que realmente ha sucedido en la jerarquía de la Iglesia, están aclarando esas cosas ante las que apartaron la mirada o que justificaron en el pasado, y ahora se están dando cuenta: ‘Umm, tal vez yo tenía razón, tal vez mi instinto, mi profundo sentimiento de ser maltratado era en realidad auténtico y exacto. Tal vez no debería haberme tragado mis sentimientos u olvidarlo todo por vergüenza o por un falso sentido de caridad’. Así que, en efecto, está alterando a muchas personas”, declaró Bottaro.

Además, Bottaro ha estado escribiendo mucho en Internet y participando en debates en medios sociales sobre el escándalo.

“Mi esposa me dijo hace un par de días: ‘Creo que te estás quemando con todo esto. Hay que hacerlo, pero tal vez necesites un pequeño descanso’”, admitió. Se dio cuenta de que ella tenía razón y decidió poner algunos límites a su actividad en línea, no solo por él, sino también como una forma de ofrecer su “ayuno de los medios sociales” como sacrificio por la Iglesia. Bottaro dijo que nunca había renunciado a los medios sociales para la Cuaresma, como algunos católicos han hecho en los últimos años, “pero por alguna razón me pareció una buena idea esta vez, que sería un ayuno realmente bueno y que simplemente lo ofrecería en unión con el sufrimiento de Cristo por su Iglesia”.

A la mañana siguiente, creó un meme que decía “Ayuno de Medios Sociales, Miércoles y Sábados”. Esos días son significativos: tradicionalmente para los católicos, los miércoles se dedican a san José y los sábados a la Santísima Virgen María.

“Creo que realmente necesitamos volver a la devoción a la Iglesia y confiar específicamente en la Sagrada Familia [Jesús, María y José] y producir una devoción renovada o tal vez nueva a san José”, opinó.

Bottaro no tardó en darse cuenta de que algunas personas que siguen al CatholicPsych Institute en los medios sociales estaban emulando su ejemplo.

“Voy a desarrollar esto más, para dar cuerpo a lo que es la reforma católica, devolviéndole a la Iglesia una devoción personal, alejándome del ‘solo hacemos lo que se nos dice que hagamos; es aburrido, pero vamos de todos modos’. Realmente creo que esa es la renovación que va a ocurrir. Va a suceder a través de una intensa devoción personal independiente y de pequeñas comunidades formadas a su alrededor. Pero necesitamos tener una inversión más personal”.

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