En la Biblia hay varias historias que relatan la rivalidad entre hermanos: Caín y Abel, el hijo pródigo, Jacob y Esaú, entre otras. Sin embargo, todas dejan como lección la relevancia de este vínculo familiar y lo importante que es no dejarnos llevar por los celos, el orgullo o la envidia fraternal.
Los que tenemos hermanos sabemos que es más que común las peleas, sobre todo cuando estamos pequeños. Pero luego también nos damos cuenta que son modelos a seguir, mejores amigos, cómplices, confidentes, grandes consejeros y, en este caso, hasta compañeros de trabajo.
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