Jesús habla del fuego… eterno
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Resulta, efectivamente, una pregunta un poco rara si la formula un católico. La respuesta es fácil: no. Si acudimos a la razón, es fácil ver que los espíritus no mueren, y el demonio es un espíritu.
Pero, más importante aún, lo señala con bastante claridad el mensaje de Jesucristo. Como señala el Catecismo de la Iglesia Católica, “la enseñanza de la Iglesia afirma el infierno y su eternidad” (nº 1035).
En el punto anterior, se apoya en la sentencia del juicio final a los réprobos ¡Alejaos de Mí malditos al fuego eterno! (Mt 25, 41, citado en el nº 1034).
Para nuestro propósito, queda más claro si se cita la frase completa del Evangelio: Alejaos de Mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Sin embargo, la pregunta es menos extraña si procede de un testigo de Jehová. Piensan que al final de los tiempos los réprobos dejarán de existir –o sea, serán aniquilados-, de forma que solo queden los elegidos en la tierra nueva y los cielos nuevos (estos últimos reservados a un número contado de elegidos).
Así interpretan algunos pasajes del libro del Apocalipsis, o Revelación, como lo denominan (sobre el
particular no hay nada que objetar: “revelación” es la traducción castellana del término griego “apocalipsis”).
Pero el caso es que esta tesis es difícilmente sostenible, incluso si nos ceñimos al Apocalipsis/Revelación. Hacia el final, encontramos estas palabras: “Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son repugnantes en su suciedad, y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo, e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la
muerte segunda” (21, 8).
Es bastante claro. Y conste que por esta vez he citado la Biblia en la versión de la Watchtower Society, o sea, la editada por los testigos de Jehová.