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Tu cerebro disfrutará si haces este tipo de tarea

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Calah Alexander - publicado el 28/08/18

Y no, no es hablar con el smartphone ni ver la computadora

Hace dos horas, tuve un caso horrible de lunes.

Esta mañana temprano hice mi entrenamiento, volví a casa para preparar a los niños para la escuela y luego llevé a mi hijo Lincoln a su primer día de guardería. Cuando regresé, hice el desayuno, limpié la cocina y luego me concentré en el trabajo… pero estaba cansada. Muy cansada. Anoche me acosté tarde y todo mi cuerpo está sintiendo las consecuencias, igual que está sintiendo el cambio de ambiente por una tormenta repentina y los alérgenos que trae. Tratar de componer un correo electrónico era como cruzar un lodazal hundida hasta la cintura… mi cerebro simplemente no quería hacerlo.

Normalmente intento superar a la fuerza ese tipo de agotamiento, ya que es parte de la vida y el trabajo no se detiene solo porque yo quiera. Pero hoy debía de estar extremadamente cansada, porque cerré el portátil y me dirigí al cesto de la ropa abarrotado de ropa limpia y sin doblar. En ese momento, doblar la colada me parecía un refugio bendito contra cualquier tipo de trabajo.

Es un tanto irónico, porque normalmente doblar y guardar la ropa es una tarea que detesto. Lleva mucho tiempo, debo hacerlo estando sentada y, por lo general, tiende a cortocircuitar mi motivación de cara al día. Pero hoy estaba profundamente agradecida a la colada descuidada por darme una tarea que se podía hacer lentamente mientras estaba sentada… y profundamente sorprendida al descubrir que, cuando la colada ya estaba doblada y guardada, me sentí revitalizada y refrescada.

CBS recientemente publicó un artículo sobre cómo el trabajar con las manos es en realidad vital para que nuestros cerebros se mantengan sanos, así como sobre lo alarmantemente descuidado que está este aspecto de la vida humana en la sociedad estadounidense contemporánea:

“[El comportamiento puede actuar a modo de] los medicamentos en el sentido de que, cuando nos movemos y cuando participamos en actividades, cambiamos la neuroquímica de nuestro cerebro de manera similar a la que un medicamento puede cambiar la neuroquímica de nuestro cerebro”, afirmó Kelly Lambert, una neurocientífica de la Universidad de Richmond.

Lambert dice que nuestro cerebro ha evolucionado para proporcionar gratificación cuando controlamos nuestro entorno.

Por eso, según Lambert, los médicos del siglo XIX solían recetar a las mujeres que cosieran cuando sentían ansiedad, “porque percibieron que les calmaba algo. Y quizás suene a simplista, pero cuando lo piensas bien, el movimiento repetitivo está incrementando ciertas sustancias químicas en el cerebro. Y así si produces algo, un gorro o una bufanda, obtienes una recompensa”.

Estoy familiarizada con el beneficio neuroquímico del ejercicio—como todo el mundo, supongo— y el estímulo neuroquímico, menos conocido, de la escritura. Escribir tiene el mismo tipo de recompensa que hacer un sombrero o una bufanda, porque es algo que tú has creado. Sin embargo, escribir es significativamente más intenso intelectualmente que doblar la ropa, incluso si esa intensidad genera su propio tipo de beneficio neuroquímico.

No obstante, las recompensas neuroquímicas de doblar la ropa han demostrado ser esquivas… al menos hasta hoy. No sé si necesitaba desesperadamente el descanso (tanto físico como mental) que me proporcionaron esos 20 minutos de doblar ropa o si el placer de poner la ropa ordenada en cajones y de ver el canasto vacío en el lavadero fue suficiente estímulo para superar mi caso de bache de lunes pero, de cualquier manera, funcionó. Y aunque dudo que doblar la colada sea mi actividad favorita, ya me parece mucho menos desagradable que hace dos horas.

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