La generosidad y la prudencia: dos valores presentes en la paternidad responsableLa planificación familiar es una decisión común conversada y tomada por los esposos teniendo en cuenta el bien personal y el de los hijos, pero es importante cerciorarse que cuando su deseo es espaciar los nacimientos, éste no nace del egoísmo sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable.
Los niños no son algo agregado al amor de los padres, sino el resultado de ese amor. Por eso, en vez de evitar los hijos, la disposición general debería ser la de recibir los niños cuando vienen, a menos que la pareja tenga buenas razones para no tenerlos. Pero, ¿cuál es el criterio?
Fundamentalmente podríamos decir que hay dos valores en juego que pueden servir de criterio al momento de decidir sobre los hijos: la generosidad y la prudencia.
La generosidad porque una de las cosas más grandes que se pueden hacer en la vida, es darle la oportunidad a otro ser humano de vivir eternamente. Y esa posibilidad no se la podemos dar si no lo hacemos nacer. La responsabilidad implica estar abiertos a la vida y que los hijos sean reconocidos como un verdadero don, como un tesoro.
Por otro lado, la prudencia, que, como decía la madre Teresa de Calcuta, invita a procrear a aquellos hijos que se puedan criar y educar. Prudencia significa que cada matrimonio debe ponderar en conciencia la cantidad de hijos a los cuales puede tender a procrear, criar y educar sin confundir paternidad “responsable” con paternidad “confortable”.
La prudencia no exige que las familias de bajos recursos tengan pocos hijos. Existe el prejuicio de que lo que le conviene a una familia económicamente pobre es no tener hijos o tener pocos hijos, lo cual sería muy injusto.
En todo caso debería seguirse el mismo principio general: libertad en la elección del número de hijos, sin que eso esté condicionado por el factor económico. Muchas veces en familias pobres los hijos contribuyen al mantenimiento de la familia con su trabajo. No sólo en las familias rurales sino también en las urbanas.
Siendo la familia una realidad de interés público, debería existir más ayuda para las familias económicamente pobres que deseen tener muchos hijos. Ninguna familia por su condición económica debería estar limitada para ejercer ese derecho fundamental, debiendo recibir las ayudas necesarias. Todos tienen el mismo derecho a la paternidad y a la maternidad.