El Padre de la Patria hubiese estado al menos incómodo con diversos agravios a la Iglesia en las calles y los medios de comunicación en ArgentinaEl 17 de agosto se recuerda el paso a la inmortalidad de José de San Martín. En la Argentina, es considerado el Padre de la Patria. Libertador también de Chile y Perú en épicas campañas en las que colaboró con otros próceres, su legado va mucho más allá de sus epopeyas militares. En cartas e instituciones fundadas, además de su propio testimonio, inspiró un modelo de ciudadanía.
Ya se ha escrito sobre la vieja discusión de la supuesta pertenencia de San Martín a la masonería. Son múltiples los elementos que existen para el correcto discernimiento de esa cuestión: los grupos en los que participa el Libertador no sólo no tenían como fin el combate a la Fe Católica, sino por el contrario, como muchos han citado, la Logia Lautaro llegó a sostener la importancia de la religión católica para el Ejército de los Andes: “No atacar ni directa ni indirectamente los usos, costumbres y religión. La religión dominante será un sagrado de que no se permitirá hablar sino en su elogio, y cualquier infractor de este precepto será castigado como promotor de la discordia en un país religioso”.
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Durante la última discusión pública y parlamentaria sobre la despenalización y legalización del aborto en la Argentina hubo diferentes agravios a la Iglesia, tanto en las calles y los medios de comunicación, como dentro del parlamento. Poco se ha cuestionado esto, quizá bajo el amparo de la libertad de expresión.
“Tal vez le tuvimos miedo a las estructuras dominantes y viejas, que permanecen siempre en posiciones retrógradas, como ha sido el rol y el comportamiento de la Iglesia Católica y de otros credos, como los evangélicos”, aseguró el senador Miguel Ángel Pichetto en su discurso en el recinto, ya con las cartas claramente volcadas hacia el rechazo del aborto. Fuera del recinto, la idea de Iglesia que atrasa, cánticos como “Iglesia basura”, también fueron moneda corriente.
Aunque fueron otros años, es lógico pensar que el Padre de la Patria hubiese estado al menos incómodo con tales afirmaciones. Para el Ejército de los Andes que creó dispuso severísimas penas para el que “blasfemare el santo nombre de Dios o de su adorable madre e insultare la religión”. A la Virgen del Carmen encomendó ese cuerpo militar, sin el cual la emancipación americana no hubiese sido posible. En los cuellos de sus miembros, no podía faltar el rosario. Para el colegio de la Santísima Trinidad que fundó siendo gobernador de Cuyo mandó enseñar “los deberes del católico”.
San Martín ratificó su identidad cristiana incluso en una carta a otro gran prócer americano, Manuel Belgrano. Es que algunos criticaban a los libertadores por romper vínculos con la España Católica. La carta a Belgrano, citada por el cardenal Jorge Bergoglio en 2003, escribe: “La guerra (en el Alto Perú) no sólo la deberá hacer Ud. con las armas, sino con la opinión, afianzándose siempre en las virtudes naturales, cristianas y religiosas, pues los enemigos nos la han hecho llamándonos herejes, y sólo por este medio han atraído a las gentes bárbaras a las armas, manifestándoles que atacábamos a la religión”.
José de San Martín irradió en su obra la Fe en Cristo, su Madre, y la fidelidad a la Iglesia. Cada vez menos se ve en la dirigencia política rasgos de la personalidad del padre de la Patria.
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