San Francisco de Sales no escribía para religiosos, sino para gente corriente San Francisco de Sales fue un escritor espiritual magistral del siglo XVII y escribió un libro muy práctico sobre la vida espiritual, llamado Introducción a la vida devota. En vez de escribirlo para monjes y monjas, De Sales lo escribió para los laicos comunes y corrientes y trató de ayudarles en su espiritualidad cotidiana. Innumerables almas han encontrado este libro útil y regresan a él para encontrar orientación en momentos de dificultad.
Aquí tienen varios extractos útiles de este inspirador libro, de un fragmento en concreto donde De Sales detalla cómo ponerte en presencia de Dios.
Ahora bien, para ponerte en la presencia de Dios, te propongo cuatro importantes medios, de los cuales podrás servirte en los comienzos.
El primero consiste en formarse una idea viva y completa de la presencia de Dios, es decir, pensar que Dios está en todas partes, y que no hay lugar ni cosa en este mundo donde no esté con su real presencia; de manera que, así como los pájaros, por dondequiera que vuelan, siempre encuentran aire, así también nosotros, dondequiera que estemos o vayamos, siempre encontramos a Dios.
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El segundo medio para ponerse en esta sagrada presencia, es pensar que no solamente Dios está presente en el lugar donde te encuentras, sino que está muy particularmente en tu corazón y en el fondo de tu espíritu, al cual vivifica y anima con su presencia, y es allí el corazón de tu corazón y el alma de tu alma.
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El tercer medio es considerar que nuestro Salvador, en su humanidad, mira desde el cielo todas las personas del mundo, especialmente los cristianos que son sus hijos, y todavía de un modo más particular, a los que están en oración, cuyas acciones y movimientos contempla. Y esto no es una simple imaginación, sino una verdadera realidad, pues aunque no le veamos, es cierto que Él nos mira, desde arriba.
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El cuarto medio consiste en servirse de la simple imaginación, representándonos al Salvador, en su humanidad sagrada, como si estuviese junto a nosotros, tal como solemos representarnos nuestros amigos.
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Emplearás, pues, uno de estos cuatro medios para poner tu alma en la presencia de Dios antes de la oración, y no es menester que uses a la vez de todos ellos, sino ora uno, ora otro, y aun sencilla y libremente.