En muchos lugares del hemisferio norte las temperaturas han llegado a límites insospechados. El calor es sofocante. Y el calentamiento global va viento en popa. Aunque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, diga que es un cuento.
El verano 2018 en la parte norte del planeta puede ser un aviso de los años que vienen. Y según los científicos, no estamos preparados para afrontar una vida tan caliente como la de este mes de agosto. Incendios en California, malas cosechas de trigo en Suecia, de maíz en El Salvador…
A nivel global, 2018 promete ser el cuarto año más caluroso de los que se tenga registro. Solamente detrás de 2017, 2016 y 2015. Es decir, cuatro años consecutivos en los que los gases, sedimentos de la revolución industrial, se han acumulado en la atmósfera terrestre, generando el temido “efecto invernadero”.
“Ya no se trata de una llamada de atención”, dijo a The New York Times Cynthia Rosenzweig, quien dirige el grupo de impactos climáticos en el Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA. “Ahora es un hecho para millones de personas en todo el mundo”. Sin embargo esto está muy lejos de ser “normal”, como sugieren los negacionistas del cambio climático, como Trump.
El acuerdo de París contra el cambio climático ha fracaso frente al aumento de calor. Las emisiones de gases siguen aumentando. El colapso de servicios básicos como la electricidad, o de insumos para la vida humana, como los alimentos, está “garantizado” si seguimos actuando como hasta el momento.
Este 2018, dicen los científicos como Katherine Mach, climatóloga de la Universidad de Stanford, la comunidad ha dejado de estudiar el cambio climático para comenzar a vivirlo. “Hace algunas décadas, cuando el problema del clima comenzó a estudiarse, el impacto se veía como algo que afectaría a otros, es decir, a las generaciones futuras o quizá a comunidades que ya batallaban con eso”, explicó a The New York Times.
“Dentro de nuestra creciente incomodidad causada por la humedad y el esmog, ahora es una rutina científica determinar con precisión cómo los gases que atrapan el calor han aumentado los riesgos”, dijo Mach. “Se trata de un cambio que estamos viviendo juntos”.
A ver si actuamos juntos
A nivel mundial, el récord del año más caluroso lo obtuvo el 2016. No fue algo completamente inesperado, pues ese año se presentó El Niño, el fenómeno climático del Pacífico que por lo general incrementa el calor.
Lo sorprendente fue que 2017, un año en el que no se presentó ese fenómeno, fue casi igual de caluroso. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), ese fue el tercer año más caluroso que se ha registrado; de acuerdo a la NASA, ha sido el segundo más caluroso.
Durante la primera mitad de 2018 tampoco hubo presencia de El Niño, pero fue el cuarto año más caluroso que se ha registrado, según la NOAA. “Ya no se trata de una llamada de atención. Ahora es un hecho para millones de personas en todo el mundo”, dijo Mach..
Finalmente, para Daniel Swain, climatólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, este fenómeno comprueba la precisión de los modelos matemáticos de la comunidad científica, aunque no necesariamente brinda tranquilidad. “Vivimos en un mundo que no solo es más caliente de lo que solía ser, sino que aún no alcanza su nueva normalidad”, advirtió Swain. “Esto no es una estabilización”, es un rezago.
El Papa Francisco lo advirtió en “Laudato si’”, la encíclica sobre el cambio climático y el cuidado de la casa común publicada en 2015: “Es esencial lograr un consenso global para enfrentar problemas más profundos que no pueden ser resueltos por las medidas unilaterales de países individuales”. El problema que enfrentamos es, justamente, ése: que no entendemos que o actuamos juntos o nos hundimos todos.
Con información de The New York Times
Hoy celebramos a...