La Iglesia estadounidense está profundamente herida por el caso del ex purpurado culpable de abusos sexualesLa profunda herida que ha causado en el catolicismo estadounidense la denuncia, investigación y orden del Papa Francisco de retirarse a una vida de oración y penitencia al que fuera cardenal y arzobispo de Washington, Theodore McCarrick, ha motivado una gran cantidad de reacciones que van de la ira a la tristeza.
Una carta abierta por parte del padre Mark White, publicada en el blog de este sacerdote ahora sirviendo en la diócesis de Richmond (Virginia), Achilles and their Gold, deja ver, a las claras, el dolor y la entereza de un sacerdote, ordenado por McCarrick, frente a la doblez de quien, por un lado abusa y hostiga a seminaristas y, por el otro, les impone las manos.
“Querido Padre en Dios y hermano sacerdote”, comienza el padre White su carta: “Me puse de pie sosteniendo la cruz procesional, justo al lado tuyo, cuando presionaste el crucifijo en tus labios en la puerta de la Catedral de San Mateo. Luego, todos marchamos por el pasillo y tomaste posesión del trono episcopal (en Washington) el 3 de enero de 2001. No tenías derecho”.
Luego, White le dice a McCarrick: “En nombre de los sacerdotes que ordenaste, te digo: no tenías ningún derecho. No tenía derecho a ser a quien le hiciéramos nuestras promesas. No tenías derecho a ser quien pusiera las manos sobre nosotros, para consagrarnos”.
La dura misiva continúa diciendo que el entonces arzobispo de Washington no tenía derecho a ser quien les diera sus primeras asignaciones pastorales como tampoco tenía derecho a darles consejos a sus sacerdotes.
Para el padre White, McCarrick –entre otras muchas cosas denegadas—no tenía derecho “a aprovechar nuestra buena voluntad y nuestra fe en Dios y su Iglesia”.
Luego, el sacerdote de la arquidiócesis de Richmond le habla a McCarrick en nombre de los jóvenes que confirmó y le dice que no tenía ningún derecho a ser quien confirmara a cualquiera de ellos.
“El día que pusiste el crucifijo en tus labios en la puerta de San Mateo, deberías haber estado donde estás ahora. Deberías haber venido limpio hace mucho, mucho tiempo”, le dice el padre White a McCarrick, quien también fue expulsado del colegio cardenalicio.
El sacerdote le recuerda a McCarrick que su nombre aparece ahora como “una nota ignominiosa en la historia de la Santa Iglesia en los Estados Unidos”. Y al interior de la Iglesia, ha causado, según el padre White, una “herida insoportable: el hecho de la hipocresía absoluta de nuestro arzobispo. Tenemos que soportar esa herida ahora”.
Termina diciéndole el padre Mark White a Theodore McCarrick: “No tenías derecho. Pero lo superaremos”.