Quien arma una “fake news” tiene gran conocimiento de la psicología humana y de las redes sociales. Pero podemos adelantarnos a sus trampas.A diario nos encontramos con fake news. Forma parte de nuestro trabajo intelectual diferenciar entre noticias e informaciones reales, y noticias que no corresponden a la realidad y la mayor parte de las veces, la distorsionan.
Como ciudadanos somos responsables de decidir el consumo propio de información y el de las personas que dependen de nosotros. por eso es necesario que pongamos los cinco sentidos y hagamos selección, igual que somos responsables de la alimentación o del vestido que compramos.
El fenómeno de las fake news aumenta el estrés colectivo, en la medida en que genera discusión, obliga a algunos a desmentir y, en general, acaba decepcionando a todos los que se vieron engañados.
El profesor e investigador de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) Ferran Lalueza ha elaborado un decálogo para que dispongamos de un “manual de primeros auxilios” si nos encontramos ante la duda de no saber si una noticia es cierta o no.
El decálogo reza así:
¿Quién lo ha elaborado?
Si la autoría no está claramente identificada o se corresponde con una fuente desconocida, o tenemos algún motivo para dudar de que quien firma aquel contenido sea realmente quien dice ser, las opciones de hallarnos ante una fake news se incrementan, dice el profesor.
¿Quién lo ha enviado?
¿Conocemos realmente a la persona que nos ha enviado el mensaje? ¿Confiamos en ella? ¿Le otorgamos credibilidad?
¿Por qué lo recibo ahora?
Saber el porqué nos ayudará a encontrar la intencionalidad del mensaje que se ha difundido. Lalueza recuerda que existen las cortinas de humo cuando hay un escándalo, y que es frecuente que las “fake news” aparezcan cuando se acercan elecciones.
¿Cumple unos mínimos estándares de calidad?
La pregunta no implica que haya que creer todo lo que venga en formato “profesional”. Sin embargo, algunas “fake news” ya serán descartables por su presentación: errores gramaticales, imágenes grabadas y editadas sin atención, la falta de consistencia del relato…
¿Por qué se está difundiendo tan ampliamente y tan deprisa?
Los estudios certifican que las informaciones falsas se difunden con mayor rapidez (una investigación reciente del MIT de Boston lo corrobora), así que saber que algo se ha viralizado en las redes no es buen signo respecto a su veracidad.
¿A quién beneficia esta información?
Lalueza recuerda que virapizar un contenido de forma espontánea es “un fenómeno relativamente infrecuente”. Si ocurre, hemos de pensar que tal vez haya detrás una estrategia muy calculada y una importante inversión de recursos.
¿Contradice otras informaciones?
Los contenidos que nos rompen los esquemas, que nos resultan más sorprendentes… Seguramente son falsos, pero nos llaman la atención porque van en contra de lo que había en nuestro cerebro hasta el momento sobre aquella cuestión.
¿Me gustaría que fuera cierto?
Cuando estoy a favor de algo, estoy dispuesto a creerme una noticia en relación a ello. Los algoritmos de las redes sociales lo saben y se aprovechan de la situación. Los manipuladores juegan con nuestros gustos.
¿Juega esencialmente con resortes emocionales?
La emoción deja caer la barrera de prevención que solemos lleva puesta. Algo que nos llega con emociones fácilmente se cuela en nuestra cabeza y en nuestro corazón, sea o no auténtico. Para contrarrestar esta tendencia, Lalueza propone cuestionar aquellas noticias que esquivan el argumento racional.
Hacer difusión de esto, ¿contribuirá a generar conocimiento sólido y fundamentado?
Lalueza es contundente: si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Difundir informaciones no verifivcades nos puede convertir en cómplices de estrategias de desinformación.