Encontremos su significado en este testimonio de vida que ha llegado a nuestro consultorio
Cuando en un trámite me preguntaron el nombre de mi cónyuge, pensé en lo común que se ha vuelto el usar esta palabra neutra en lugar de esposa o esposo.
El término se refiere a la unión entre varón y mujer por la institución del matrimonio, y también puede significar “uncidos por el mismo yugo”.
Me quedé meditando que ambos significados han aplicado en el desarrollo de mi vida matrimonial, en la que puedo imaginar a mi esposo y a mi jalando un carruaje por sinuosos caminos en los que hemos hecho paradas para descansar un poco y ponernos de acuerdo en la mejor forma de seguir avanzando ante su dificultad, para luego volvernos a uncir al yugo y seguir jalando esforzadamente unidos por el amor.
¿Qué hace conyugal un amor?
En nuestros primeros años de matrimonio el predominio de lo sensitivo fue un fuerte y normal componente, por lo que en las primeras tensiones y dificultades de nuestra relación apelábamos al íntimo abrazo para recuperar el tono amoroso del día a día. Solo que persistían nuestras reales diferencias sin que las resolviéramos y comenzaron a abrirse brechas.
Ignorábamos heridas que podían infectarse.
Fue después de una severa crisis, (una vez más uno de los dos hubo de pedir perdón, y la oportunidad de recomenzar con la voluntad de entregar lo mejor de sí), cuando reconocimos que nadie da lo que no tiene y que era muy importante formarnos en la realidad del matrimonio e identificar de mejor manera como habíamos llegado al mismo, con una idea equivocada.
Y asistimos a medios de formación para el matrimonio donde comprendimos dos importantes aspectos.
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