Después del triunfo arrollador en las pasadas elecciones del 1 de julio en México del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), un partido de izquierda, y ante las propuestas e iniciativas del presidente electo Andrés Manuel López Obrador (entre las que figuran la legalización de las drogas o la eutanasia) y de su equipo, muchos católicos mexicanos se preguntan: “¿Y ahora qué nos toca hacer?”
“La respuesta es simple”, dice el padre Ángel Luis Lorente, capellán de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) capítulo México: “Ante todo, evitar la dicotomía entre la fe y la vida, o sea, seguir cultivando el hombre/mujer integral que no disocie la fidelidad a la Iglesia y su ciudadanía del mundo”.
Morena y López Obrador han obtenido el triunfo con mayor margen en la historia de la democracia mexicana: 31 por ciento arriba que su inmediato perseguidor.
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Tienen la mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República y pueden alcanzar, fácilmente, los votos necesarios para proponer reformas constitucionales que generen leyes que no se identifiquen con la esencia católica del país.
En este sentido y como Iglesia, en la medida de nuestras posibilidades y utilizando siempre medios conformes con el Evangelio y de acuerdo con su misión pastoral, dice el padre Lorente, “el católico mexicano tiene que defender los derechos humanos de todos los ciudadanos”.
También debe “promover integralmente” el desarrollo de la persona humana; ser conciencia crítica de la sociedad y de los propios partidos políticos; trabajar la conciencia cristiana de los creyentes sobre la política; trabajar por la causa de la paz y de la justicia y relativizar las ideologías.
“Vivimos en una sociedad secular, pluralista y conflictiva. En su ordenamiento, hemos conseguido en los últimos años avances importantes, sobre todo el reconocimiento de las libertades públicas y de los derechos humanos en un Estado de Derecho”, escribe el capellán de ACN-México. Esto es positivo, y los católicos deben preservarlo.