Todo amor auténtico es incondicionalSobre el amor se han escrito millones de páginas a lo largo de la historia y se usa y abusa de la palabra “amor” hasta la banalidad. Sin embargo, amar y ser amado siempre será lo más importante para la realización humana.
Para comprender hasta qué punto es decisivo el amor que recibe una persona en la construcción de su personalidad y de su vida entera, alcanza con constatar lo que sucede en la vida de un niño cuando falta un amor capaz de tratarle como persona y no como una simple cosa.
Existen suficientes evidencias sobre los graves desequilibrios y profundas perturbaciones de la personalidad que provoca la falta de amor en los primeros años de la infancia e incluso después. Y es que ser amado por alguien es una condición básica para convivir humana y socialmente. Porque cuando una persona cree que ya no le ama nadie o que su vida no significa nada, es como si nada tuviera sentido y se siente invadida por el vacío más absoluto.
Pero para vivir con sentido y realizarnos no solo necesitamos ser amados, sino también amar a los demás, vivir para otros.
Amar a otros nos hace salir de nuestros miedos y egoísmos, nos hace madurar y salir hacia el otro, nos hace responder a una llamada que viene desde fuera de nosotros mismos. Así, el horizonte de nuestra existencia se nos ensancha cuando amamos, porque nos hace salir de nuestros miedos y egoísmos.
La psicología moderna confirma desde otro lugar, lo que la antropología filosófica ha desarrollado en profundidad en la historia del pensamiento: tomar conciencia de uno mismo como ser único, como sujeto cuya dignidad tiene un valor insustituible, no viene como un dato espontáneo del desarrollo fisiológico, sino como algo recibido desde otros.
A amar se aprende
Amar a otra persona es reconocerla como sujeto y no tratarla como objeto. Esto implica el querer su bien, su promoción, su reconocimiento. Los autores clásicos hablan de “amor benevolente”, entendiendo el amor como hacer el bien concreto al otro (Santo Tomás).
Y de todos los modos de amar, ya sea esponsal, filial o de amistad, el amor de benevolencia es el alma de todas las formas del amor. Porque todo amor auténtico es incondicional, no tiene que ver con lo que el otro pueda darme, ni con sus cualidades o virtudes, sino que se ama al otro por lo que es.
El amor auténtico no busca ventajas ni su propio interés (1 Corintios 13), sino que es una forma de fidelidad al otro, que solo busca su bien y su felicidad. Escribía el filósofo alemán G. Leibniz en el siglo XVII: que “Amar es encontrar en la felicidad de otro, tu propia felicidad”.
El filósofo y psicólogo Eric Fromm, en su célebre obra “El arte de amar”, entiende que enamorarse no es lo mismo que amar. Porque quien está enamorado no es libre para poder decidir, está deslumbrado, atraído, pero todavía no ama en forma madura.
El verdadero amor surge cuando pasa el encandilamiento y somos capaces de amar al otro en su realidad, con todo lo que es, con sus defectos y virtudes, cuando lo amamos por sí mismo y no por lo que nos da o nos hace sentir.
El amor no es solo un sentimiento, porque los sentimientos no se eligen, son espontáneos. En cambio el amor solo puede existir donde hay libertad y por ello amar es también una decisión.
Lo que hace grande y verdadero el amor de una persona es que pudiendo no elegirte, te elija, pudiendo no cuidarte, te cuide, pudiendo no amarte, te ame. Según Fromm en el amor intervienen la inteligencia y la voluntad. Amar implica conocimiento profundo del otro y no vivir en la superficie, implica responsabilidad porque me hago cargo del otro. Amar implica también respeto, porque donde hay dominio y posesividad no hay amor verdadero, sino lo contrario: egoísmo.
Amar es cuidar, y si no estoy dispuesto a sufrir por el bien del otro, no estoy dispuesto a amarle. Es contradictorio decir que amo a alguien y no preocuparme por su bien. Fromm afirma que “El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos”.
Para Fromm el amor es un arte porque se puede aprender. Como en cualquier arte se necesita adquirir la destreza que viene con el tiempo, la práctica y la reflexión.
Muchos fracasan en el amor porque creen que nada tienen que aprender sobre el arte de amar. Y es que muchas veces estamos más preocupados por ser amados que por amar.
Amar es siempre una decisión por el otro. Lo que se hace por él, no es a cambio de algo, porque el amor auténtico es pura gratuidad, no busca ningún interés.
¿Cómo distinguir el amor verdadero de sus caricaturas?
El amor verdadero -dice Henri Nouwen- es “un regreso al hogar”. Cuando somos amados nos sentimos en casa, nos sentimos que se quedarán con nosotros sin que debamos impresionar al otro o tengamos que darle algo a cambio. Cuando somos amados hay paz en el corazón, no tenemos que ser lo que no somos, sino ser quienes somos, sin miedo.
Donde hay amor, hay libertad para ser uno mismo. Quien me ama me respeta y me cuida, no me posee como a un objeto, ni me usa para su propio beneficio. No podemos hacer nada para que alguien nos ame, porque el amor no puede comprarse ni manipularse.
Podemos manipular a alguien para que se quede con nosotros, pero no lo hará por amor, porque el amor que nos tengan no depende de nosotros, ni de lo que hagamos o dejemos de hacer. El amor auténtico es gratuito e incondicional.
Tal vez por ello cuesta tanto comprender el amor, porque nos hace vulnerables y nos expone, pero al mismo tiempo nos hace felices. Madre Teresa de Calcuta enseñaba que cuanto más grande es el amor, más grande es el dolor.
Y por ello muchos prefieren la seguridad de la soledad que vivir en el riesgo de estar vulnerable ante otro. Por eso para amar se necesita un poco de coraje y de riesgo.