Llegan a todos los lugares en los que pueden meter sus narices. Vestidos de blanco y con un maletín le dan más seriedad a sus payasadas. Y es que Sara Castro directora y docente de “Payasos de emergencia” se propuso tomar con seriedad sus bufonadas.
“Queremos revalorizar la palabra payaso. No se trata solo de hacer reír, sino más bien de cautivar. Hacer sentir bien a la otra persona”, comenta sin dejar de sonreír la maestra gestora de esta asociación peruana que apuesta por el cambio en la sociedad a través de métodos lúdicos.
En turno mañana o noche ellos están siempre en emergencia. Convertidos en transformadores sociales caminan por largas horas por los desolados pasillos de los hospitales. Están en busca de una conexión de amor. Todos tenemos un gran corazón y un lado lúdico encendido. ¿Cómo encontrarlo en medio de una desgracia?
El brillo en los ojos, o una media sonrisa en el rostro ya es un síntoma para atender el caso de emergencia. Para asistir a estos pacientes se requiere una capacitación, pero no precisamente de técnicas en enfermería, sino más bien en el arte de empatizar con el otro. Nos hemos convertido en los mejores asistentes de los médicos. No cualquiera puede lucir narices rojas y un delantal blanco.
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