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Papa Francisco invita al “ocio sano” en verano y vacaciones

POPE FRANCIS GENERAL AUDIENCE

Antoine Mekary | ALETEIA | I.MEDIA

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 02/07/18

Las vacaciones pueden ser una oportunidad para recomenzar y agradecer 

El papa Francisco, oficialmente está de vacaciones, es decir, a su estilo religioso (jesuita), descansa leyendo, trabajando y preparando sus próximos viajes apostólicos, mientras reduce sus compromisos y las audiencias generales cesan en el mes de julio. Eso sí, mantiene el encuentro con los peregrinos y fieles los días domingo a la hora del Ángelus en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.

A tal propósito, cabe reflexionar sobre el sano ocio al que invita el Pontífice en tiempo de verano y de vacaciones.

En principio, “el sano ocio supone que la mamá y el papá jueguen con su hijos. Entonces, el sano ocio tiene que ver con la dimensión lúdica, que es profundamente sapiencial. El libro de la Sabiduría expresa que, en su sapiencia, Dios jugaba”, decía el arzobispo Bergoglio (El Jesuita, conversaciones con Jorge Bergoglio Sergio Rubin, Francesca Ambrogetti, Penguin Random House Grupo Editorial Argentina, 1 dic. 2014).

El juego y el sano principio de ‘perder tiempo’ con los chicos o los ancianos son indispensables para una vida plena. Por eso, el papa Francisco no concibe que, sobre todo en el Occidente, las parejas no quieran tener hijos porque consideran mejor ganar dinero para comprar casas o viajes costosos, etc. (Entrevista a Rádio Renascença 14.09.2015). 

Entretanto, lamenta que en las vacaciones, cada año, haya un velo de egoísmo y mala interpretación del tiempo libre, latente por ejemplo cuando los “ancianos se quedan solos” en las grandes metrópolis durante el verano, mientras quien puede, simplemente escapa del calor (Entrevista a Rádio Renascença 14.09.2015).

Observando a su familia piamontesa en Buenos Aires que no tenía dinero para hacer unas vacaciones y a los feligreses pobres en la periferia bonaerense, Jorge Mario Bergoglio aprendió que el tiempo libre es una oportunidad de contemplación divina y una ocasión de encuentro con los demás.

Se trata de aprovechar del mencionado “sano ocio” que abre espacio a las relaciones interpersonales; conocer nuevas personas y cimentarse en la amistad verdadera, conocer más a nuestros hijos e hijas. Pero, ¿qué hacer cuando nos sentimos siervos y en nuestra vida hay solo un sentido del deber, “una espiritualidad de esclavos y no de hijos”?, pregunta Francisco.

El Papa invita a gritar a Dios por nuestra situación de esclavitud. Pues, “nosotros no nos salvamos solos. Pero, de nosotros puede salir un grito de auxilio: Señor, sálvame. Señor, enséñame el camino. Señor, acaríciame. Señor, dame un poco de alegría”. (Audiencia General 27.06.2018).

Sí, “un poco de alegría” para vivir un sano ocio que conecte a los demás y, tal vez, incluso hasta con la naturaleza, la creación, el mundo que nos rodea.

Pasar de una indiferencia pasiva a una reactiva que nos haga de alimento en las vacaciones para encender la llama de la creatividad, aquella que podría mejorar nuestras capacidades para un futuro trabajo y nos conecte igualmente con las necesidades de los demás y, más a nivel personal, con el  sentirnos útiles, amados y necesarios.

“El sano ocio” nos regenera en los abrazos, en la sonrisa y la despreocupación de pasar un poco de tiempo jugando, bailando, cantando; buscando a Dios en la sonrisa de la propia esposa o marido, el abrazo del hijo adolescente que los rechaza en oposición (pero, créelo que lo necesita más que nunca) o en el reencontrar a personas que debido al trabajo dejamos de ver; porque con la excusa de estar ocupados, las personas se dejan de consentir buscando compañía y se pierde el celo cristiano de saber que ha sido de los otros y sentirse parte de una comunidad o que no se está solos en el camino.

El “sano ocio” al que invita el Papa expresa una dimensión humana, pues todos somos hijos, hermanos, esposos, amigos y no sólo obreros, trabajadores, oficinistas, periodistas o ejecutivos. Una lógica del corazón que escapa a aquella económica que persuade indicando que todo se logra con la “fuerza de voluntad”.

Así, en el tiempo libre las personas se pueden también sentir hijos amados por Dios, gratuitamente, sin merecerlo y quien regala tantas cosas por las cuales se puede dar gracias, festejar y hacer una pausa de las cosas mundanas.

Es cierto, las vacaciones anteceden a la dignidad de tener un trabajo. El Papa analizando solo la situación en Europa sabe que los jóvenes son los más afectados, privados de la dignidad de ganarse el pancon sus manos y la situación se repite en varios contextos. “La desocupación de jóvenes de 25 para abajo es, en un país del 40%, en otro país del 47%, y en otro del 50%. Hay una crisis laboral”, admitió el Pontífice (Entrevista a Rádio Renascença 14.09.2015).

En este caso, para salir del egoísmo detrás de la puerta del “nocivo ocio”, el Papa invita también a ser agradecidos con Dios. ¿Por qué no? Agradecer por la salud, la familia o los dones que Dios concede. Así invita a aferrarse a Dios en el agradecimiento del corazón, pues significa “dejarse amar”.

Quizás no se tenga el mejor trabajo del mundo, se esté en búsqueda, o hayan personas que teniendo un momento difícil en la oficina quieran solo escapar y salir de vacaciones corriendo. En cualquier caso, Francisco propone un pequeño ejercicio en el silencio, ya sea que se esté en el sofá de casa, en una playa o en el campo: “Cada uno responda en su corazón. ¿Cuántas cosas bellas ha hecho Dios por mí?”. (Audiencia General 27.06.2018).

Probablemente sea la mejor manera de recomenzar de nuevo y explotar desde el corazón el “sano ocio” que nos acerca al misterio de la vida y a las relaciones con los demás.

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