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¿Se encontró la verdadera tumba de San Pedro?

POPE PAUL VI ST. PETER THE APOSTLE

POPE PAUL VI | VATICAN - SAINT PETER THE APOSTLE | SHUTTERSTOCK

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 25/06/18

En el marco del 50 aniversario del anuncio de la autenticidad de las reliquias de San Pedro, recordamos las palabras de Pablo VI

Alrededor de la figura de san Pedro (Betsaida, I a. C – Roma, c. 64), el Príncipe de los Apóstoles, el primer Papa de la historia, hubo un misterio por siglos, desvelado cuando el papa Pablo VI respondió a la pregunta, el 26 de junio 1968, durante una audiencia general en la Plaza de San Pedro: “¿Se encontró la tumba verdadera de Simón Pedro?”.

Después de las primeras investigaciones y de las excavaciones abiertas por Pío XII (1939-1958) en el interior de la Basílica Vaticana, el papa Pablo VI en 1968 decidió informar al mundo sobre el más fascinante y hasta peligroso descubrimiento de la ciencia; la localización del lugar de la tumba del apóstol y de sus huesos, llamado por Cristo a ser la base de su Iglesia.

Ya en la época de Pío XII, la ciencia no tenía pruebas suficientes de dónde se encontraba el cuerpo del apóstol Pedro luego de que fuera crucificado ‘boca abajo’ en el Circo vaticano de Nerón alrededor del año 64 d.C.

Además, los detractores del ‘primado de la Iglesia’ en Roma no querían creer o confirmar que san Pedro estuviese sepultado debajo de la Basílica Vaticana. La hipótesis era que San Pedro había sido crucificado y luego enterrado en un cementerio cercano, pero esto suscitaba muchas criticas.

En los primeros años del siglo XIX, los arqueólogos podían confirmar que en el lugar del circo de Nerón, o hipódromo, se realizaron cruentos asesinatos de cristianos, incluso fueron quemados vivos por diversión del emperador. Algunos escritos apócrifos lo consideraban el ‘anticristo’ por la feroz y sádica persecución.

Así, Pablo VI, el 26 de junio de 1968 confirmó la identificación de las reliquias a través de “nuevas investigaciones pacientísimas” y con “un riguroso estudio” que confrontó a diversos expertos.

Tres días antes de la fiesta de San Pedro y San Pablo en Roma, Pablo VI citó a San Ambrosio de Milán para indicar que era un descubrimiento trascendental en relación al “Trofeo” del Vaticano, es decir, el descubrimiento de las tumbas de san Pedro, “fundador de la Iglesia”, “obispo”, y san Pablo, decapitado por Nerón, “arquitecto o constructor” de la Iglesia de Cristo. Raíz de la jerarquía eclesial.

Pero, antes de la respuesta de Pablo VI, como él mismo admite, su antecesor Pío XII, el primer pontífice en abrir el área subterránea del Vaticano a la ciencia, anunció que los estudios (llevados a cabo entre 1940-1949) concluyeron que sí, se había encontrado la tumba del Príncipe de los Apóstoles (mensaje radiofónico del 23 de diciembre de 1950). Aun así, en su catequesis, Pablo VI recordó que igualmente persistía otro misterio importante: ¿Dónde estaban las reliquias del primer Papa de la historia?

Pablo VI que celebraba el XIX centenario del martirio de san Pedro y san Pablo insistió en que esta ‘veneración, amor y fidelidad’ que duró siglos recordaba los aspectos “humanos y materiales” de la memoria de los Apóstoles.

En efecto, la arqueóloga italiana Margherita Guarducci (20.12.1902- 02.09.1999) cuenta los detalles inéditos de tan fenomenal descubrimiento, algo que no fue inocuo, pues aseguró costó “destrucción” y “cosas inauditas” durante las excavaciones.

Así, explica que durante los trabajos iniciados bajo el pontificado de Pío XII, uno de los excavadores se había llevado para su casa una prueba de gran valor: Un grafito que indicaba “Petrus Eni” (Pedro está dentro).

La antropóloga, arqueóloga, epigrafista y experta en estudios clásicos, descubrió bajo la Basílica de San Pedro del Vaticano la tumba del apóstol.

Guarducci se ocupó de las excavaciones de San Pedro a partir de 1952. Ella misma indicó que por varias décadas no había respuestas al misterio de donde estaban los restos de Pedro. Los trabajos realizados durante el papado de Pío XII habían traído a la luz la tumba, pero no las reliquias.

“¿Qué decía la tradición de la Iglesia durante siglos?” pregunta la experta. “Pedro, es un pescador de Galilea, que Cristo mismo consideró “protos”, el primero de sus discípulos, el príncipe de los apóstoles hasta entonces, vino a Roma para predicar la buena noticia”.

Pedro entonces murió en Roma mártir bajo Nerón en 64, en el Circo del Vaticano, fue enterrado a poca distancia del lugar de su martirio, y en su tumba, a principios del siglo IV, el emperador Constantino, convertido al cristianismo, construyó la gran basílica vaticana”. [Tracce. Litterae Communionis, año XXVI, octubre de 1999, p. 72-77 – Intervención en el Centro Cultural de Milán, 1990].

Esta tradición secular – comenta la antropóloga – comenzó a tambalear por los desacuerdos y por las posiciones de los adversarios de la Iglesia que debatían contra toda verdad histórica y sostenían que Pedro nunca había venido a Roma.

El punto “era negar la presencia de la tumba de Pedro en el Vaticano”. Hecho importante, pues significaba en cierto sentido “decir primacía de la Iglesia de Roma”.

Entonces se tuvo que llegar hasta Pío XII un “hombre del más alto genio, de gran cultura”, quien apenas elegido Pontífice, en 1939, quiso “abrir el sótano de la basílica vaticana a la ciencia y buscar una respuesta a la vieja pregunta”.

“Las excavaciones comenzaron y duraron hasta 1949. Fueron excavaciones anormales, en las que se destruyó gran parte y se cometieron cosas casi desconocidas”.

¿Qué se encontró? La experta italiana narra que se encontraron una necrópolis, que corría de este a oeste y era paralelo al circo de Nerón, el mismo circo en el que Pedro había sufrido el martirio. Por lo tanto, ¡Eureka¡ Una primera constatación histórica.

La “necrópolis estaba llena de tierra. Porque Constantino, o alguien por él (el Papa Silvestre fue el gran consejero de Constantino), quería hacer un plan sobre el cual se fundaría la primera basílica en honor a Pedro”.

¿Qué había debajo del altar papal? Una sucesión de monumentos y altares: uno debajo del otro, uno dentro del otro. Esto significaba que este lugar, el lugar de la confesión, había sido durante mucho tiempo objeto de culto de Pedro durante siglos.

La antropóloga italiana comenzó a ocuparse de las excavaciones de San Pedro en 1952 y trabajó hasta 1965. Duró meses tratando de descifrar el enigma hasta llegar a encontrar una criptografía mística en los muros. “En resumen, toda la teología de la época estaba allí” e indicaba la trinidad y que Jesús, María y Pedro habían vencido la muerte.

Sucesivamente, se encontraron los huesos de Pedro. “Los huesos de Pedro estaban en la tumba en el suelo debajo de la boca del ingreso, como la tradición de la Iglesia siempre había declarado”.

En el intento de llegar al lugar donde la tradición indicaba fuera el entierro de Pedro se rompió el altar de Calixto II . ¿Y que paso? Cayeron al interno un montón de escombros, desde dentro y desde fuera. “Entonces se presentó como una pila de escombros, sus huesos no fueron reconocidos”.

El jefe de la Fabbrica de San Pedro, monseñor Ksas notó que entre esos escombros había huesos. “Tiró los escombros, recogió los huesos en una caja y los colocó en un armario en los subterráneos del Vaticano, donde permanecieron ignorados durante diez años”.

Un antropólogo, el profesor Correnti, examinó el grupo de huesos de la caja, y le dijo a Guarducci: ”Bueno, es algo extraño, porque los otros grupos que me pidieron examinar erande personas diferentes, esto es sobre uno solo”. Preguntó: “¿Qué sexo?” Él dijo: “Masculino”. “Edad?”. “Senil”. “¿Cuerpo?”. “Robusto”. No era “pura casualidad”.

Luego, la experta en 1965, publicó un libro con los resultados: “San Pedro en Vaticano. Las pruebas indiscutibles”. Después de la investigación, Pablo VI en 1967anunció que “los huesos de Pedro habían sido encontrados”.

“Sabemos que Cristo fundó su Iglesia sobre la roca de Pedro y le prometió su victoria sobre las fuerzas del mal. Ahora, me parece que no es pura casualidad que los huesos del príncipe de los apóstoles, Pedro, y se conserven excepcionalmente -por milagro, de hecho, dentro de la basílica del Vaticano, que es el centro de esa iglesia que – por definición – es universal. Saben que “católicos” significa, en griego, universal.

Humildad de Pedro

Asimismo, para celebrar el 50 aniversario del cónclave que eligió a Montini se publicó un texto inédito de Pablo VI de elogio a “Pedro”, apóstol amado y elegido por Jesús. Ahí reitera el dono de la “humildad” del Apóstol. (‘Notiziario’ – Instituto Paolo VI – n. 65, pp. 7-14).

“Para él es un deber fundamental por el hecho de que Jesucristo le ha otorgado este nombre y la función correspondiente: ser la base de su Iglesia. Ahora la base, que soporta todo, está en la parte inferior y no en la parte superior, y casi se oculta en el suelo sobre el que se levanta el edificio”, aseguró Pablo VI.

Pedro estaba predispuesto a la humildad. “No se leyó que fuera ambicioso (Cfr. Mt. 20, 22) en su función principal en el colegio apostólico…Incluso en el famoso episodio de Antioquía (Gal 2, 11-16) no se dice que reaccionó por razones de prestigio. Pero él era el líder…Por la autoridad que le viene de Cristo para guiar a la Iglesia”.

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