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El corazón de la Iglesia en Chile está herido por los abusos de poder, de conciencia y sexuales del sacerdote Fernando Karadima, párroco de la Iglesia El Bosque, en Santiago, en los años 80 y 90.
«Las familias llevaron a sus hijos a Karadima porque creían que la doctrina era sólida y no sabían lo que estaba sucediendo allí”, dijo el papa Francisco a la agencia norteamericana Reuters en una entrevista publicada este 20 de junio de 2018.
Karadima fue condenado por la justicia vaticana el 18 de febrero 2011, culpable de abuso de menores y abusos del ministerio sacerdotal.
El Papa indicó a Karadima como una persona «gravemente perturbada”. Karadima ha desencadenado una profunda crisis en la Iglesia Católica de Chile; al final de abril, convocados a Roma, los obispos en bloque han puesto sus cargos en manos del Papa. Hecho, que el Papa comentó como un «gesto generoso» en la mencionada entrevista.
Asimismo, Francisco aceptó el 11 de junio la renuncia de tres obispos chilenos, incluido el controvertido Juan Barros, ex obispo de Osorno, perteneciente al ‘círculo de hierro’ de Karadima, tras el escándalo de encubrimiento y haber beneficiado de sus favores para escalar en la jerarquía eclesial.
Francisco aceptó que este caso golpeó los cimientos de la Iglesia chilena y lo definió como algo complejo donde «había una mezcla de la élite chilena con situaciones sociopolíticas”.
Francisco volvió de su visita apostólica a Chile, en enero, donde aceptó el “dolor” y la“vergüenza” frente a este tipo de crímenes, con la inquietud para volver a analizar el caso Karadima y sus implicaciones en la diócesis de Osorno y escuchar a las víctimas.
«Mucha gente hubiera estado feliz si solo hubiera removido al obispo Barros y no hubiera hecho nada más. ¡Pero no!», expresó el Papa en la última entrevista.
A esto se suma el grito de justicia de las víctimas más conocidas: Juan Carlos Cruz, James Hamilon, Andrés Murillo, quienes visitaron a Bergoglio en el Vaticano. Ellos informaron que el Papa les había pedido perdón y escuchó sus experiencias e ideas para prevenir nuevos casos.
Buscando una explicación a todo lo ocurrido en la Iglesia chilena por los casos de abuso, el Papa admite que es «un fenómeno difícil de entender», pero «ciertamente es el trabajo del espíritu del mal”.