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Devoto de la Virgen de Fátima y del silencio: el técnico de Portugal

Fernando Santos Portugal

Fernando Santos - Divulgação

Redacción de Aleteia - publicado el 19/06/18

Fernando Santos y el compromiso de ser católico: "Él pide tan pocas cosas", si no las queremos cumplir ¿entonces por qué asumimos el compromiso?"

La selección de fútbol de Portugal empezó su participación en la Copa del Mundo de Rusia enfrentando a España este pasado viernes 15. El partido terminó 3-3, con todos los goles portugueses marcados por el crack Cristiano Ronaldo.

Quien está al frente del equipo lusitano es el técnico Fernando Santos, que no tiene ningún recelo en manifestar públicamente su fe católica y declararse “devoto de Nuestra Señora de Fátima y del silencio”.

Testimonios de fe de Fernando Santos

Para él, “ser católico es un compromiso serio”. En una serie de encuentros sobre Dios organizados por la comunidad Capela do Rato, en Lisboa, hace algunos años, declaró que orar es lo primero que hace cuando se despierta.

Después lee algunos pasajes de la Biblia, proclamados en la misa del día, misa en la que, además, él intenta participar tanto en Portugal como en el extranjero; a la de los domingos, no falta nunca.

En la infancia, solía ir con sus papás al Santuario de Fátima al menos una vez o dos al año. “Hubo siempre esta relación. Fui creciendo y mi vínculo con Dios, entre bodas, bautizos y Cova de Iria, se fue manteniendo”, declaró en una reciente entrevista concedida a la revista Igreja Viva, de la arquidiócesis de Braga, en su país.

Conserva las mismas oraciones de la infancia y no desiste de ese hábito, ni siquiera cuando está muy cansado. Y afirma que, al mirar atrás, sabe que nunca ha estado solo ni ha sido abandonado por el amor de Dios.

Su juventud no fue “muy de acuerdo” con la propuesta cristiana: a pesar de nunca haber descuidado la oración antes de dormir, Fernando Santos admite que su relación con la fe era superficial, de “oír y después alejarse”.

Sobre la universidad, por ejemplo, él comenta que fue “un periodo en el que surgieron más cuestiones”: dudas, inquietudes, vacilaciones,…

Decidió “casarse por la Iglesia“, a pesar de esos altos y bajos espirituales de la juventud.

Bautizó a sus hijos, aunque no se sintiera muy cercano a Dios.

La conversión vino con la confirmación de su hija, cuya preparación él acompañó de cerca. En ese periodo, cuenta él, “comprendí que Cristo está vivo en cada uno de nosotros”.

Recurrió a un sacerdote que lo introdujo al libro La fe explicada. Ese fue un marco importante en su proceso de conversión. Él destaca, en particular, el capítulo del libro sobre el pecado:

“Algo que siempre me ha trastornado la cabeza tenía que ver con el castigo, la idea de un Dios un poquito castigador, los pecados… Siempre me confundió mucho. Después de haber leído ese capítulo entendí más: hablaba del pecado mortal, del pecado venial… Fue suficiente para aliviarme un poco”.

Volvió al confesionario para recibir el sacramento de la reconciliación gracias al contacto con ese sacerdote.

Empezó a ir a misa: al principio, se sentaba en los últimos bancos, pero, al poco tiempo, con su esposa, se fue acercando al altar.

Participó en un Cursillo de Cristiandad, del que afirma que volvió transformado. “¡Me caí del caballo!”.

¿Su gran descubrimiento? “¡Está vivo!”, afirma Fernando Santos sobre Jesús vivo en la Eucaristía:

“Lo que me toca es el sagrario, saber que Él está ahí, que puedo hablar con Él, que Él me oye y que yo hablo… Y algo bueno es que no me responde enseguida. Responde siempre, pero no me interpela enseguida ahí. Ese descubrimiento me cambió radicalmente. La cuestión del amor empezó a germinar ahí”.

Empezó a llevar siempre consigo un crucifijo que, para él, representa el compromiso con Cristo:

“Seguramente es el mayor compromiso de nuestra vida. Socialmente es un gran compromiso, porque a partir de aquí nosotros tenemos la responsabilidad clara e inequívoca de cumplir aquello que Él nos pide. Y Él sólo nos pide una cosa: que amemos al Padre por encima de todas las cosas y que amemos a los hermanos como Él nos amó. ¿Qué nos dice después? ‘Vayan y evangelicen”. Son tan pocas cosas las que pide… Si no las queremos cumplir, ¿entonces por qué asumimos el compromiso? Tengo la noción exacta de que mi testimonio en este momento es una gran responsabilidad. Me siento feliz por tener esa responsabilidad. No me quiero sentir presuntuoso, esa es mi lucha constante”.

Y ¿qué pide Fernando Santos en sus oraciones? Todos los días, su primera oración, en diálogo con el Espíritu Santo, es para…

“…pedir el don de la sabiduría, la de los pequeñitos, para poder oírlo, escucharlo. Después viene la perseverancia, dejar que Él me ame siempre. Y en tercer lugar, la humildad, para que lo pueda servir sirviendo a los hermanos”.

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