San Pedro del Vaticano es uno de los puntos urbanos más bellos del mundo. El visitante puede contemplar las maravillas de la arquitectura al servicio de la fe tanto en el interior de la basílica como en el abrazo a la Humanidad que continuamente ofrece la Columnata.
Cualquier hora del día es buena para la visita a la plaza de San Pedro, pero sin duda el atardecer ofrece una perspectiva fascinante. La piedra, el cielo y el agua captan la luz de última hora de una forma singular. Es un buen momento para sentir que uno está plenamente enamorado de Roma.