Todos los padres sueñan con que sus hijos sean buenas personas, que de mayores aporten a la sociedad, que sean empáticos… Incluso George Clooney lo comentaba junto a su esposa, Amal, hace dos días al final del homenaje que le rindieron los premios AFI. «Es lo mejor que me ha pasado en la vida», afirmaba.
Cada día, al volver a casa después del trabajo, papá y mamá miran a sus hijos como el jardinero que va viendo cómo crecen las plantas. «¿Cómo ha ido hoy la escuela? ¿Qué has aprendido, hijo?». Y el niño explica que les han enseñado la ebullición del agua o cómo era la Tierra en la época de los dinosaurios.
Los conocimientos son importantes, es decir los datos: el nombre de los ríos, las fechas históricas, unos poemas… Pero la clave está en disponer de pensamiento crítico, que es esa capacidad para analizar lo que se aprende y ponerlo en relación con el conjunto.
El educador de prestigio internacional Robert Schwartz (que nada tiene que ver con el autor de libros new age con el mismo nombre) viaja por el mundo, explicando en qué consiste el pensamiento crítico y por qué es fundamental en la educación.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.