Tener en nuestro entorno a personas coherentes es uno de los regalos más hermosos que la sociedad puede hacernos.
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En nuestras relaciones, saber que alguien cercano es coherente en su vida produce beneficios psicológicos, sin duda, porque:
- da paz saber que puedes confiar en esa persona.
- da ejemplo de virtudes y valores encarnados en su estilo de vida.
- fomenta la esperanza de que nosotros también podemos ser coherentes aunque cueste.
Es sorprendente pero todos hemos comprobado que estar en contacto con una persona que manifiesta prudencia, justicia, fortaleza y templanza siempre es como quien se sabe protegido por uno de aquellos árboles inmensos que aparecen en las colinas: un roble, por ejemplo.
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Puede empezar a llover y de repente tronar, que si estamos al amparo del roble no va a ocurrirnos nada. Incluso es posible que si es una tormenta de verano, no llegue a tocarnos ni una sola gota, porque esos árboles acostumbran a ser frondosos.
En cambio, una persona que no es coherente da la sensación de ser uno de esos antiguos submarinos rusos, que en cualquier momento sufrirán un percance serio porque las grietas se abrirán del todo. Aparentan toda la cachaza de un gigante, pero son débiles en cualquier momento pueden convertir en tragedia la vida de las personas que dependen de ellos.
La coherencia es bella en sí misma. Es esa mujer fuerte que saca adelante a sus hijos y les da la educación que considera mejor para ellos, y no repara en esfuerzos. Es ese jefe de proveedores que busca el mejor producto en la relación calidad-precio para sus clientes y no se deja corromper por una marca que le pagaría mejores comisiones.
Hablar de personas coherentes es saber cómo se van a comportar independientemente de que estén ante muchas personas o solas en casa. Un médico vocacional, un artesano pendiente de la pieza, una asistente social…
Ser coherente:
-implica que uno ha de comportarse con fortaleza para no hacer lo que hace “todo el mundo” (tomar demasiado en las fiestas, por ejemplo).
-implica que uno ha de actuar con justicia y devolver lo que le prestaron en los términos que acordó (qué indicativo es que en algunas culturas todavía hoy sirva como prueba la palabra dada, sin necesidad de papeles).
-implica que uno ha de ser prudente y cuando ha de tomar decisiones importantes que afectan a la familia, ha de comunicarlo y pedir consejo, no decidir por su cuenta.
-implica que uno ha de vivir la templanza y no tener una relación de desmesura con la comida o la bebida (ni ser glotón ni hacerse el gourmet ni volverse rigorista).
Una persona coherente es como esos diamantes en los que cada faceta deja pasar la luz para que brille toda la pieza. Cada una de nuestras virtudes y valores da mayor valor al conjunto.