Los obispos convocan mañana a una jornada para que “el el Señor ilumine la mente y el corazón de los que tienen que legislar acerca del valor y el significado de la vida humana”
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En la recta final de la discusión parlamentaria que podría llevar a la despenalización del aborto, la Conferencia Episcopal Argentina convocó para el 7 de junio una jornada de ayuno y oración por la vida. “Pedimos que el Señor ilumine la mente y el corazón de los que tienen que legislar acerca del valor y el significado de la vida humana”, dicen los obispos. “La Iglesia nos enseña que el ayuno es una oportunidad para dominar nuestro orgullo, reconocer y agradecer los dones que vienen de Dios e imitar su generosidad compartiendo nuestros bienes con los necesitados”, explican.
Además, ese mismo día recibirán en la sede de la conferencia Episcopal a representantes de distintos credos que también se unen a la oración por la vida. Recibidos por el presidente de la CEA monseñor Oscar Ojea, Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y por el Arzobispo de Buenos Aires el Cardenal Mario Poli, entre otros, participarán de la oración interreligiosa dos rabinos, el Arzobispo Metropolitano de Buenos Aires y Exarca de Sudamérica de la Iglesia Ortodoxa Griega del Patriarcado de Constantinopla, tres pastores, y varios representantes del Islam, y de otras confesiones.
Durante estos días, se han rezado en el país cientos de Misas por la Vida, y se ha promovido en todas las comunidades el rezo de la oración por la vida de San Juan Pablo II, que reproducimos al pie de esta nota.
Ya en 2011 referentes de distintas confesiones cristianas habían firmado junto con el representante de la Conferencia Episcopal para el diálogo interreligioso una declaración común titulada “Compromiso por la vida”. “Como creyentes queremos sostener y promover el valor del derecho a la vida y de su dignidad. Lo hacemos apoyados en nuestra fe en diálogo con la ciencia, como personas que amamos la vida que Dios nos ha regalado; y en consonancia con iniciativas cristianas e interreligiosas a favor de la vida en nuestro continente”, expresaban en un documento en el que afirmaban además que la vida es un don para recibir, cuidar, entregar, compartir, administrar, y contemplar.
Ya en ese momento aseguraban palabras que siete años después parecen totalmente vigentes: “Hoy la vida está muy amenazada por los diferentes tipos de adicciones, por la pobreza y la marginalidad, y por diversas formas de violencia en las que muchas personas ven en peligro su existencia, particularmente, el aborto que amenaza la vida recién concebida. Queremos afirmar juntos: cuando una mujer está en estado de gravidez, no es solamente una vida la que hay que proteger, sino dos, la de la madre y la de su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas”.
Está claro, por esta oración convocada para mañana y por distintas expresiones, adhesiones y movilizaciones de las últimas semanas, que son muchos los hombres de fe, católicos o no, que viven estos días en un clima de mucha oración ante la posible legalización del aborto que se pergeña en el congreso. Lejos de las cámaras y los micrófonos, muchos argentinos, muchísimos más que los representantes elegidos que hoy votan algo que durante la campaña no explicitaron, muchos, miles, cientos de miles, rezan. Unámonos a ellos con la oración de San Juan Pablo II:
Oración por la vida
Oh, María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes,
a ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar
con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida.
Amén.
Juan Pablo II, Evangelium vitae