Las protestas han continuado y han crecido en intensidad debido a una crisis que tiene a la Iglesia como mediadora en la búsqueda de una solución
Lejos de disiparse la violencia en Nicaragua, a poco más de un mes que iniciaron las protestas estudiantiles contra el gobierno sandinista de Daniel Ortega, pareciera no tener límite.
Con la Iglesia católica fuera de la acción mediadora, por imposibilidad de consolidar el diálogo nacional, las fuerzas paramilitares adheridas al sandinismo, principalmente las llamadas juventudes sandinistas, han arremetido contra los grupos juveniles que protestan contra Ortega y exigen que abandone la presidencia del país.
Toca el turno a la Universidad Centroamericana (UCA) con sede en Managua, una casa de estudios administrada por los jesuitas. Como centro de activismo estudiantil ha sido objetivo de violencia. El domingo último, el padre José Alberto Idiaquez, SJ, rector de la UCA, informó y condenó un ataque a su universidad al tiempo que lamentaba que éste hubiese sido patrocinado por el gobierno nicaragüense.