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La diplomacia de los “carritos chocones”

MADURO

Shutterstock-Milat_oo / Complot / ALETEIA

Macky Arenas - publicado el 28/05/18

Maduro juega con fuego y sin brújula diplomática

Cuando el presidente venezolano expulsó hace apenas días a Todd Robinson, encargado de Negocios de la embajada de los Estados Unidos en Caracas, mucha gente pensó que se trataba de una bravuconada más a las que nos tienen acostumbrados. Y con razón, pues aún recordamos la manera intempestiva como se sacó de Venezuela al embajador de España y, hace unos cuatro meses, al de Colombia, tan solo para recibirlos de nuevo al poco tiempo. Probablemente lo mismo pasará con el representante diplomático de los Estados Unidos. Pero el incidente es interesante pues evidencia realidades peligrosas. Caminan en el filo de la navaja.

Sorprende a los entendidos la escasa habilidad de Maduro, quien estuvo muchos años como ministro de Relaciones Exteriores, para comprender el mundo internacional y sus mecanismos de relacionamiento. Hugo Chávez también se comportaba como elefante en cristalería pero fue dotado de un recurso esencial para el manejo del poder: el olfato político.

Maduro carece totalmente de él. Por eso practica lo que Milos Alcala, -diplomático de carrera, uno de los más respetados en Venezuela y América, ex -embajador de Venezuela en la Naciones Unidas, Rumania, Israel y Brasil- llama “la diplomacia de los carritos chocones”. En otras palabras, dar bandazos sin reparar en daños.

*Alcalay, quien ejerció como representante de su país en el Parlamento Latinoamericano y en el Parlamento Andino, ocupó también responsabilidades como presidente del Grupo de los 77, del Comité de Información y del Grupo de Trabajo de Cooperación Sur-Sur, aceptó comentar los hechos para Aleteia.

“La diplomacia es un arte –comenzó diciendo- y Maduro como Canciller pasó por alto este detalle, lo cual explica la manera errática como se comporta su gobierno. Se limitó a seguir órdenes, como lo hace ahora. Chávez, con todos sus defectos, era instintivo, lograba seguir las grandes líneas de los principios internacionales. Ciertamente, ignorando la democracia y violando los derechos humanos, en una diplomacia de confrontación, pero sin pasar ciertos límites”.

Abrió paso, ciertamente, a la diplomacia de los carritos chocones. El drama de Maduro es que sigue en las mismas pero le falta el olfato y juega con fuego sin tener una brújula que lo oriente.

Hay que recordar, por ejemplo, que Cuba, cuando cayó el Muro de Berlín, no comenzó a desprotricar contra los países que se liberaban, sino que redujo sus embajadas, tomó ciertas medidas y comenzó a prepararse para el duro período especial que les esperaba. Tendió puentes con la Unión Europea, intentó algunas alianzas comerciales y otras accciones.

La cancillería cubana ha tenido al frente profesionales diplomáticos –que, aunque identificados con el proyecto comunista- actuaron con pericia- lo cual contrasta con la improvisación de la venezolana actual. De eso hay suficientes testimonios. En la Venezuela madurista eso no se entiende porque, como explica el embajador Alcalay, “para la diplomacia bolivariana se trata de agredir a los países que no acepten el mandato de un proceso, entre comillas, revolucionario”.

En el caso concreto de los Estados Unidos, el grave error ha sido no entender el mundo allá afuera. Se ha tocado extremos inéditos como enfrentar el panorama de medio centenar de países que rechazan el fraude electoral del 20M. Eso no pasa sin más, sino que genera consecuencias.

Sigue Alcalay: “Nunca en la historia de América Latina, a pesar de dictaduras feroces como la de Videla, Pinochet, la de los militares brasileños, o antes, las de Somoza y Strossner, las de Baby Doc y Papa Doc (Haiti), Trujillo en República Dominicana, nunca hubo una posición tan firme en contra de un gobierno. Hubo parlamentos, medios de comunicación, ONGs críticos, pero jamás tantos gobiernos. Son los Estados los que han asumido una posición tan categórica”.

El problema de Maduro es que abre fuegos cruzados y, cuando no ve salida, recompone de una manera torpe. No sabe rectificar cuando se ve encajonado. No atinó a impedir que los países más importantes del continente, Brasil, Colombia, todos los del Cono Sur, México, EEUU y Canadá, así como los centroamericanos –muchos de ellos aliados hasta hace muy poco del gobierno venezolano- se han unido para ofrecer un panorama nunca visto de aislamiento del régimen que comanda Nicolás Maduro. La Unión Europea está en idéntica línea. Sin diplomacia, el gobierno se hunde cada vez más. No hay estrategia y, en consecuencia, el mensaje que se envía es confuso.

Maduro se queda en el poder por los momentos pero sabe que su piso es frágil. El rugido del silencio”-lo llama Alcalay. Un intento megalómano de afianzar su poder a través de un ataque al “imperio”. Expulsar al representante norteamericano le pareció una medida que apuntalaría su autoridad, no obstante, mostró una gran debilidad a partir de las contradicciones.

Una de ellas revela megalomanía: Si expulsa al diplomático de un país que le aplica sanciones, ¿por que no a los demás?

Las medidas de reciprocidad no se hicieron esperar y la Administración Trump despidió, a su vez, a dos relevantes diplomáticos venezolanos en Washington. Uno de ellos, el que Maduro acaba de nombrar como encargado de las relaciones con América del Norte.

Si tenía preso a un ciudadano norteamericano (Josua Holt) por “espionaje y desestabilización” – y declara persona no grata a Todd Robinson por intentar visitarlo y abogar por él, ¿por qué lo libera horas después?

Tuvo que venir a Miraflores (*) el Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los EEUU para gestionar la liberación de Holt. Y se comprende, no solo por ser norteamericano, sino por una poderosa razón: el congresista por Utha –territorio mormón por excelencia y Holt es pastor mormón- es el más antiguo en el Congreso de los Estados Unidos. Las presiones funcionaron, de los mormones al congresista y del congresista a su colega. Asunto arreglado. Ya Holt está en su país, al lado de su familia.

¿Qué ganó Maduro? Ni una sola sanción ha sido retirada; más bien se anuncian medidas que cerrarán la tenaza internacional y, por si fuera poco, una orden de arresto se ha librado a las policías del mundo contra un pilar de la revolución, Tarek El Aissami, señalado por encabezar una importante red de terrorismo y tráfico de drogas. El Aissami fue ministro de Relaciones Interiores y hoy flamante Vicepresidente de la República.

La diplomacia bolivariana, la de carritos chocones, sigue anclada en el neolenguaje de los sesenta. Para ellos EEUU es colonialismo, imperialismo y capitalismo. No perciben los cambios.

No entienden que Trump no es Obama. Trump es virulencia y confrontación mientras Obama prefería la cadencia de los liberales, esa cierta izquierda presente en la Secretaria de Estado que eludía enfrentarse con Chávez, tampoco con la oposición.

Trump es frontal y si tiene que deshacerse de un colaborador por defender sus políticas ha probado que lo hace. Demócratas y republicanos tienen algunas diferencias y las manejan. Pero las políticas de Estado se mantienen.

La política de Estado del chavismo se reduce a ir contra los EEUU y exportar una revolución que ya nadie compra. La política de Estado norteamericana es enfrentar la dictadura de Maduro dentro de la misma línea en que lo hacen con la de Siria, de Corea del Norte. Es una línea de lucha contra los flagelos del terrorismo y el narcotráfico en cuyas filas se anotó el gobierno chavo-madurista.

La contradicción se instaló desde un comienzo. Chávez proclamaba –parafraseando a Bolívar- “para nosotros, la Patria es América”, “para nosotros el Norte es el Sur”. Pero, con la exportación de la revolución bolivariana, financiada con la pobreza de los venezolanos –quien vaya hoy a Bolivia, a Ecuador o a cualquier otro país latinoamericano verá una calidad de vida incomparable con la deplorable de los venezolanos- sentencia el embajador Alcalay con un juego de palabras: “Es la megalomanía de un pobre país, con muy pobres dirigentes que proclaman que este el gobierno de los pobres cuando, en realidad, es un pobre gobierno”.

Es lamentable. A falta de visión geopolítica, el gobierno de Maduro no se percata de que la confrontación no es solo con los EEUU, pero es con los EEUU.

Las políticas de Estado se reflejan en la coherencia. La postura contra el gobierno venezolano era de *Pedro Pablo Kuczynski,* y también de su relevo, y también de los parlamentarios peruanos adversarios de PPK. Sencillamente porque es política de Estado. Y así en todas partes.

Maduro y sus colaboradores no entienden que con la “desalbanización”-desaparición del ALBA- deben usar la diplomacia para cumplir con los compromisos de Estado, uno de ellos los estándares que deben regir una elección democrática. En Cuba no hay elecciones, hay designaciones. En Venezuela, lo grave es que aparentan ser demócratas cuando en realidad existe un sistema totalitario.

Para los EEUU se trata de una doble humillación: la sufrida por Robinson al ser rechazado en el lugar de reclusión del norteamericano y la sufrida con su expulsión del país. Pero Maduro “arrugó”, como se dice por estos lados cuando alguien retrocede. Otro modismo que cabe aquí es “mató el tigre y se asustó con las rayas”.

Pocas horas después liberó al preso y partió en un jet privado junto a su esposa (también presa), en compañía del senador visitante, hacia su país de origen. Y ya debe estar pensando que cometió el error de su vida humillando a Robinson. Dios quiera que el remedio del cual eche mano para remendar el entuerto no sea peor que la enfermedad.

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