¿Crees que no tiene importancia llegar tarde? Puede ser una prueba de lo mucho o poco que valoras a la persona con quien tienes una cita.
Quería inspiración para hablar de la puntualidad y me metí en Youtube. La de recursos que hay si uno quiere hablar de lo que supone llegar tarde: desde Mr. Bean haciendo de las suyas para llegar a las “9 o’clock” al dentista hasta el rapero Rapsusklei, que canta el drama de cuando todo te sale mal.
Llegar puntual cuesta. Caramba que si cuesta. A todos nos supone un esfuerzo calcular cuánto tiempo tardaremos en llegar al sitio, acabar las tareas con tiempo y organizar nuestro día para que todo salga como estaba previsto en la agenda.
Además, la cultura latina no da casi valor a la puntualidad. Ya se sabe que “ahorita” llegamos y que nuestros amigos ya dan por hecho que la reunión empezará tarde…
¿Es importante ser puntual?
La puntualidad es nada menos que una virtud, es decir, un valor que se logra a base de querer y de empeñarse en luchar un día y otro por cumplir ese propósito. Para eso necesito poner medios.
Por ejemplo, si quiero ser puntual en el trabajo por las mañanas:
pongo el despertador a la hora adecuada para llegar con tiempo. Y me levantaré a la primera, cuando suene.
me preparo la ropa que me voy a poner (no vaya a ser que luego esa camisa esté sin planchar).
miraré la previsión meteorológica (para saber cómo es más adecuado que vista).
trazaré mi rutina de aseo (ducha, cepillado de dientes…) y comprobaré que en ese tiempo nadie más de la familia lo va a necesitar. O me organizaré para compartirlo con otros.
calcularé cuánto tiempo necesito para mi desayuno: tostadas, leche caliente… Es el momento del microondas, la sartén, la plancha, la kettel…
revisaré el tiempo de transporte (horarios de transporte público), llegaré con tiempo para comprar el ticket, miraré si debo repostar en la gasolinera…
Visto así, puede parecer imposible llegar a tiempo, pero lo cierto es que es un acto casi mecánico y fácil si lo practicamos a diario.
¿Por qué no somos puntuales?
Seguramente porque nos damos a nosotros argumentos para no serlo. ¿Argumentos? Hablemos claro: son excusas.
“Es que encontré tráfico”, explicas cuando ¡llevas 5 años! haciendo el mismo trayecto para llegar a la ciudad y conoces perfectamente qué ocurre a la hora punta.
“Pensé que comenzaría más tarde”. Mira, eso les ocurrió el lunes 22 a los miembros de varias cofradías de la Virgen del Rocío (Almonte, Huelva, España) que debían estar en sus sitios a la hora en punto, pero creyendo que la imagen pasaría tarde como siempre, este año se quedaron sin verla.
Al ver la noticia en la televisión, me recordó a una vez que perdí un avión. Alguien me dijo: “Esta vez no ocurrió nada grave, pero quizá algún día te pierdas algo que no querrías haberte perdido y lo lamentes de veras“. Bastó con eso para aprender la lección.
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