El obispo colombiano declarado venerable por el papa Francisco fue un hombre cuestionado por sus posturas políticas y elogiado por su labor misioneraLa decisión del Vaticano de reconocer como venerable siervo de Dios al obispo que durante 43 años rigió los destinos de la diócesis de Santa Rosa de Osos, revivió las duras críticas contra la Iglesia e hizo recordar algunos de sus controvertidas actuaciones.
Una de los cuestionamientos más fuertes lo hizo el portal Las 2 Orillas que el pasado 21 de abril ―cuando se conoció la noticia― publicó un artículo con un sugestivo título: “El odiado monseñor Builes terminó de santo”. En la nota que contiene un amplio recuento del proceso adelantado ante la Santa Sede, el periodista Iván Gallo señaló que “su fanatismo religioso […] parece que terminará premiado cincuenta años después en el Vaticano con su eventual canonización”.
De igual manera, el influyente periódico El Colombiano señaló que la causa de beatificación y canonización ha sido criticada por diferentes estamentos ya que Miguel Ángel Builes Gómez “fue un obispo ortodoxo y polémico que incitó la violencia partidista contra los liberales, comunistas y fustigaba a quien no se arropara bajo sus ideas conservadoras”.
Una posición muy diferente tienen otras personas que lo trataron en diferentes etapas de su vida. Una de ellas es Iván Palacio Builes, sobrino del prelado nacido en 1888 en Donmatías, un pueblo de Antioquia, al noroeste de Colombia, y fallecido en Medellín en 1971.
Según este sacerdote, “a monseñor se le ha presentado de manera equivocada, como un perseguidor de fantasmas y resulta que él no era ningún ogro devorador de liberales, si no todo lo contrario, un hombre que tenía dentro de su corazón un gran servicio a Dios y a las almas”.
Sin desconocer que era un hombre de convicciones firmes al “que a veces se le iba la mano en actitudes y posturas”, Palacio Builes anotó que el principal cuestionamiento al obispo se origina en sus advertencias “sobre los graves peligros que acarreaba para el país la presencia del liberalismo filosófico de corte europeo del siglo XIX y mediados del siglo XX”.
En este sentido manifestó que algunos sectores recalcitrantes del Partido Liberal entendieron equivocadamente su posición y asumieron que se trataba de la agresión de un cura conservador y sectario hacia los militantes liberales.
Al repasar los hechos protagonizados por el siervo de Dios durante más de cuarenta años, Palacio Builes fue categórico en la defensa no de su tío, sino del pastor: “¿Quiénes fueron perseguidos por él desde el punto de vista político? ¿A quiénes mandó a la cárcel? ¿A quiénes ordenó matar como se dice hoy con tanta frescura? La respuesta es: a nadie y eso lo demuestran los documentos y la historia”.
Por su parte, el obispo emérito de Garzón, Libardo Ramírez Gómez, consideró que no ha habido objetividad en el análisis de la vida de monseñor ya que solo se le critican sus errores, “pero no se le tienen en cuenta sus virtudes como guía espiritual y misionero”.
Para este obispo, Builes Gómez actuó por amor a Dios y al prójimo, “especialmente en sus cuestionamientos a la inmoralidad y la presencia nefasta del comunismo, el marxismo y el materialismo, y eso no gustaba a muchas personas”.
Una monja, la postuladora
El proceso de beatificación comenzó en 1988 y tuvo su momento más difícil hacia 2005 cuando el expediente llegó a la Santa Sede. A partir de ese momento el impulso del complicado trámite estuvo a cargo de Nohra de Jesús Gómez Vargas, religiosa de las Hermanas Misioneras de Santa Teresita de Jesús, una congregación creada por el propio Builes Gómez en 1929.
Su sola presencia como postuladora de la causa de un posible santo fue una novedad en Roma, como quiera que estos procesos históricamente han estado limitados a sacerdotes o canonistas varones.
Teóloga y filósofa, nacida en Yarumal, Colombia, y radicada en Roma en donde trabaja como enfermera en el hospital católico San Giovanni Calibita, ella fue la encargada de exponer ante la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos las luces y sombras en la vida del denominado ‘obispo misionero de Colombia’. Para esta monja de 64 años, “la causa no era nada fácil debido al contexto histórico, político, social y religioso en que vivió el venerable”.
Sin embargo ―anotó― “en ningún momento pensé que fuera imposible conseguir el objetivo de que el papa abriera las puertas para la canonización”.
En entrevista con Aleteia la monja aseguró que su misión no consistió en “convencer, meterle labia o vender la imagen de Builes” ante los cardenales de la Congregación para que dieran el sí.
Sin posiciones triunfalistas, explicó que los sacerdotes, religiosos y laicos que trabajaron con ella durante varios años se encargaron de “sustentar de manera objetiva, con argumentos muy serios y la doctrina en la mano, quién fue ese monseñor que cuestionaba el error, pero no condenaba a las personas, cómo fue su gran proyección misionera y qué obras realizó”.
Entre otras realizaciones, en los documentos expuestos por la hermana y su equipo, se mencionó la creación de cuatro congregaciones de misioneros que trabajan en los cinco continentes, la ordenación de unos 170 sacerdotes, la fundación de una veintena de parroquias y la construcción de seminarios y templos.