Sentirnos bien, en paz, felices y agradecidos con Dios cuando todo en la vida nos va bien es sencillo. Pero cuando las cosas no nos van tan bien y enfrentamos, por ejemplo, la propia enfermedad o la de un hijo, nos parece de héroesRusty y Kendra Thomas son un matrimonio con una familia muy numerosa -13 hijos- que han llamado la atención de muchos porque nos han demostrado que el poder de la oración es infinito. Jeremiah -16 años- padece un cáncer muy agresivo y solo un milagro le devolverá, además de su salud, la capacidad de volver a caminar y de practicar el deporte de su pasión, el fútbol americano.
La entereza con la que esta familia ha andado este viacrucis es digna de ser compartida. ¡Hay tanto que comentar sobre ellos! Como estas dos anécdotas que han tocado profundamente mi corazón.
Rusty relata así una conversación con su hijo: “Me acerqué a Jeremiah, me acosté a su lado y le dije: ‘Tenemos una dirección y dos opciones: o regresamos a Texas, a casa, hasta esperar el momento en que te vayas con el Señor o volvemos a luchar. ¿Qué quieres hacer hijo?’ Jeremiah sonrió en su rostro y dijo: ‘Papi, quiero luchar’. ‘¡Entonces lucharemos!’, le respondí. Al siguiente día, como respuesta del cielo, recibió un vídeo de Sean Lee, LB de los Cowboys de Dallas en el que le daba ánimos. Pero lo más asombroso de todo fue que el jugador llevaba puesta una camiseta con la palabra Fight (luchar).”
Por su parte su madre Kendra le comentó el dilema al que se enfrentaban: “¿Tus piernas o tu vida?” Tenía que someterse a una cirugía para extirpar el tumor de la espalda porque había perdido para siempre la habilidad de caminar. La operación era además muy arriesgada. Para él esta cuestión era muy dolorosa: Su principal motivación para seguir luchando contra el cáncer de huesos fue volver a jugar… ¿Y ahora? ¿Cómo sobrellevar esto? Esta dispuesto a enfrentarse a la sangre en su pulmón, al dolor en su cuerpo, al tumor en su pecho y a las varillas en su espalda. ¡Pero a no tener piernas…! “¡No, sus piernas, no Dios mío! Quienes le amamos sabemos lo que significan para él.”
El mundo le decía que dejara de soñar, que renunciara a caminar y que el cáncer lo controlaría. El mundo le decía lo que tenía que hacer o cómo le definiría su calidad de vida sin piernas.
¿Qué harías tú si no pudieras volver a caminar? ¿Tu calidad de vida te definiría?
Jeremiah respondió con un no a esta segunda pregunta pues para él la vida es preciosa. Ahora no puede jugar al futbol pero sí proteger su vida que para él es un regalo de Dios. Por eso a día de hoy, este joven comparte su historia de vida y esperanza junto a sus padres con la que intenta inspirar a su generación.
El cáncer le pudo haber quitado el fútbol y sus piernas, pero no su corazón porque en su interior late hay algo más apasionado que su amor por el juego, su amor por Jesús. De hecho, cuando los médicos le dieron la noticia, dijo: “Aún puedo desde una silla de ruedas unirme al sufrimiento de mi generación”.
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