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Jeff Gardner, el ateo feroz convertido en ardiente cristiano

Jeff Gardner

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Isabelle Cousturié - publicado el 22/04/18

Jeff Gardner fue durante años un ateo convencido, incluso militante. Hasta que conoció en sueños a la figura de San Francisco de Asís en un sueño.

Jeff Gardner, periodista y fotógrafo estadounidense, tiene un hermoso testimonio de conversión. Ateo convencido en otro tiempo, este hombre de 50 años es hoy un ferviente católico comprometido en proyectos de evangelización.

Esta conversión radical tuvo lugar después de un “sueño” que lo trastornó: su encuentro con el poverello de Asís mendigando en el metro de París, que empezó a apostrofarle… Lo que no sabía es que, antes de este sueño, muchos de sus compañeros ya rezaban por su conversión.

De Salt Lake City a París

Jeff Gardner nació en Salt Lake City, EE.UU., en el seno de una familia mormona por parte de madre. Su padre es ateo. Y cuando sus padres se divorciaron, se convirtió en ateo, como su padre, pero un ateo muy agresivo hacia cualquier religión, sordo a cualquier debate sobre el tema, incluso un militante curtido.

No se limitaba a decir “no creo”, sino que reivindicaba su ateísmo: “Un ateo militante, el rostro del nuevo ateísmo que piensa que la expresión de las creencias religiosas no tiene cabida en las universidades, en los medios de comunicación, en la escuela”, cuenta Gardner al diario católico italiano Avvenire.

Realmente nada lo predisponía a cambiar hasta que dejó Utah, para iniciar sus estudios de historia medieval, y fue a Francia a buscar información histórica sobre la peste de 1347. Allí, en Aviñón, se sorprendió al descubrir que en la época de los acontecimientos, los únicos que no habían huido de sus casas por temor a contagiarse de la peste fueron los franciscanos.

Estos hombres, en lugar de huir, ayudaban a los enfermos y enterraban a los muertos. “Leí y me pregunté: ¿pero quién puede amar hasta el punto de dar su vida por unos desconocidos?”, recuerda. Por supuesto, diría más tarde, “mi respuesta debería haber sido Jesucristo, eso es obvio. Pero los mormones no insistían en la figura de Cristo y, siendo ateo, yo estaba a años luz de esa perspectiva”.

La “visión” de Jeff

La investigación de Jeff le llevó a viajar entre París, Florencia y Asís. Y fue en ese momento cuando comenzó a frecuentar compañías cristianas, incluido un profesor de historia católica, cuyo hijo se había convertido en sacerdote, con quien se llevaba particularmente bien. Pasaron diez años desde su primer viaje a Aviñón.

Entonces, un buen día, en París, esperando a uno de sus estudiantes, cayó en un estado de somnolencia. Cerró los ojos por unos minutos. La visión, como él llama a su “sueño” de unos minutos, fue fulgurante: “Prefiero decir visión porque la imagen fue muy clara y nunca me abandonó durante años y años”, confiesa. Revive la escena con viveza en su mente, el olor, el ruido de los pasos…

“Estoy en el metro, en París (…) cuando veo a un mendigo (…) descalzo, con los pies negros, pies de vagabundo, que cae al suelo, pero yo sigo mi camino, apurado por llegar a la biblioteca”. De repente se le apareció el rostro de san Francisco: “No era como en los frescos de Asís. Estaba sucio, sangriento, como Cristo crucificado. Me transmitió sin pronunciar palabra un mensaje fuerte, difícil de explicar: ‘Recuerda que Dios creó el mundo para proteger a los más pequeños y confundir a los arrogantes’.

En aquel momento comprendo quién de los dos era yo y quién era el hombre en el suelo. Siento una inmensa vergüenza porque no me detuve a ayudarlo (…). Al final, todo lo que me había sucedido en los últimos años desfiló por mi mente: Aviñón, los franciscanos, mis amigos, los Evangelios… y me levanté diciéndome: Bien, voy a bautizarme, estoy listo”.

Un punto de inflexión

Jeff Gardner, poco tiempo después, se encomendó a un sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, que lo acogió bajo su ala y lo instruyó. Con él se preparó para los sacramentos, al igual que su esposa, que renació en la fe católica después de un largo período de indiferencia. La conversión de Jeff ya no se detuvo.

La pareja descubrió el magisterio de la Iglesia sobre la familia, Humane vitae: “Cuando la leí, me caí de la silla”, confiesa Jeff, “todos debemos leerla, creyentes y no creyentes”. Después de ocho años de sus vidas tratando de evitar tener hijos, la pareja abandonó todas las formas de anticoncepción. Ahora son padres de cuatro hijos.

En esta etapa Jeff dejó la enseñanza para dedicarse al periodismo y a proyectos de apoyo a los cristianos. En 2007, fundó Catholic Radio International, una fuente de contenido para otras estaciones de radio estadounidenses. Desde 2013, está a la cabeza del sitio web The Picture Christians Project dedicado a los cristianos perseguidos en el mundo.

Produce documentales para contar al mundo la vida de las comunidades cristianas en África y Oriente Medio, dondequiera que sea difícil profesar nuestra religión. Fue entonces cuando descubrió que los primeros cristianos que conoció en Francia nunca dejaron de rezar por su conversión.

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ateismoconversioncristianismosan Francisco de Asístestimonio
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