El dolor que se experimenta tras la pérdida de un ser querido solo quien lo ha vivido… Pero este se potencia cuando se trata de la muerte de un hijo. Es como si la vida misma se estuviera burlando, como si el tiempo se detuviera y te dijera hasta aquí. Es antinatural, impensable.
Bien se dice que “Dios está en la situación y no en la imaginación” porque tan solo de pensarlo el alma se paraliza.
“Con fractura expuesta de tibia y peroné con un sangrado que nadie le atendió. Después de eso se pasó a terapia 2 días y murió. Ese tiempo fue una preparación para nosotros para resistir el palo. Había datos de que mi hija no había sido atendida. Los resultados de la autopsia no concordaban con los registros médicos previos. Todo indicaba que la habían dejado morir. Uno nunca piensa que eso pueda pasar, que por negligencia se deje morir a alguien.¡Era una niña! No entendíamos cómo era posible que a una niña se le dejara morir. ¿Por qué? Después de una larga y penosa investigación se confirmó nuestra sospecha: por razones inhumanas y falta de valores de personas en quienes confiábamos mi hija no fue atendida como se debió y la dejaron morir. Almita sufrió las consecuencias de la corrupción del gobierno, la desorganización, la falta de entrenamiento médico y equipo adecuado.”
Así inició mi conversación con el Dr. Guillermo Orozco y con su tierna y valiente esposa -Alma-, padres de Almita quien en el 2001 y con 15 años falleció debido a una negligencia humana en México.
La entrevista que tan amablemente otorgaron a Aleteia fue entre lágrimas y risas, repleta de bellas anécdotas, pero también de mucho dolor y enseñanza.Fue una conversación cálida de palabras suaves llenas de paz, serenidad, esperanza y, sobre todo, de perdón hacia las personas a quienes habían confiado el cuidado de su hija y los traicionaron.
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