Los que hemos llenado de niños un álbum del Mundial, sabemos lo que significa. Y descubrimos como padres lo maravilloso que es ayudar a nuestros hijos a hacerlo“Papá, quiero que me toquen más escudos de los países”, me dice. “Pídeselo a Jesús”, le respondo.
Él, de cinco años, cierra los ojos, acerca a su boca el paquete de figuritas (láminas / cromos), y murmura: “Jesús, que me toque un escudo, por favor”.
Abre el paquete, prudente para no romper nada sagrado adentro, y se encuentra no sólo con el escudo de Suiza, que no tenía, sino con otra de esas figuritas especiales, plateadas.
Emocionado, busca rápido el otro paquete que tenía para abrir esa noche, recompensa por haber ido sin problemas al colegio, y vuelve a rezar.
Le aclaro que es muy difícil que funcione esta vez, porque hay motivos más importantes y somos muchos y Jesús nos está cuidando a todos. Pero él, niño de Fe tras ese primer “signo”, abre el paquete, y confirma mi teoría. Pero no se desanima y sigue pegando.
Sabe que le queda mucho para completar el álbum. Y la oración podrá funcionar en otra ocasión, seguro.
Cuando algo más grande que mi hijo, pegaba las figuritas del Mundial 90, la emoción más grande para un argentino era que te toque Diego Maradona.
A mi hijo, en el sexto o séptimo paquete le tocó Lionel Messi. Demasiado barbudo en la foto, difícil de reconocer, pero el 10 de la selección.
Pegar cada calco es una oportunidad de ir descubriendo quién puede ser tu ídolo, le digo mientras pego con él.
Le cuento que para el Mundial de Italia, hace casi 30 años, papá no sabía quién era Sergio Goycochea, el arquero suplente de la selección argentina para ese Mundial. No había transmisión deportiva permanente de todos los partidos del mundo, como hay hoy. Pero ese calco que quizá terminaba saliendo fácil terminó siendo el responsable de que la Argentina llegue a la Final.
Lo recuerdo con emoción. Él no me entiende, pero me escucha.
Los que completamos el álbum desde hace varios mundiales, sabemos que es imprescindible llegar al inicio del Mundial con el álbum completo.
Si tu selección queda afuera del Mundial en primera rueda, y aún te quedan calcos por pegar, puedes tener la tentación de tirar no sólo la toalla, sino el mismo álbum.
Es muy fuerte la sensación de desazón. Por eso, como padre, aún con el valor de cada paquete, tenemos la ilusión de que nuestros hijos completen el álbum que muchas veces no llegamos a completar.
Sabemos que además tenemos la oportunidad siempre latente de intercambiar las figuritas que nos faltan con algún amigo que las tenga repetida.
Es muy difícil que un niño de 5 o 6 años disfrute y sufra del Mundial a la par de su padre. Y es bueno que así no lo haga, quizá no es para su edad. Pero llenar el álbum con tu hijo puede ayudar a los dos a vivir una experiencia muy educativa para ambos. Aquí las razones.