La muerte por hambre de cientos de niños indígenas motivó a nueve jóvenes colombianos a trabajar por comunidades desprotegidas durante muchos años
En diciembre de 2016 el periodista Armando Martínez decidió darle un vuelco a su vida al enterarse que durante ese año más de un centenar de niños indígenas habían muerto por desnutrición en La Guajira, un departamento al extremo norte de Colombia, en la frontera con Venezuela.
Consciente de que no bastaba con criticar al Gobierno y quejarse de la corrupción, Martínez pensó que él podía ayudar a muchas familias que viven en la pobreza extrema, en precarias condiciones de salud, sin agua potable ni energía eléctrica y con escasa educación. “Ese año fue muy bueno para nuestra familia, pero muy duro para mi país porque la gente seguía muriendo de hambre. Por eso, me propuse retribuir tantas bendiciones ayudando con generosidad a los más pobres y necesitados, tal como lo pide con insistencia el papa Francisco”, explicó Martínez a Aleteia.
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