Las pensiones de los clubes de fútbol de Buenos Aires han sido tradicionalmente cunas de esperanza para los niños más humildes del interior de la Argentina. Se trata de jóvenes talentos que dejan sus hogares a prematura edad con la ilusión de desarrollarse en el mundo del fútbol y poder ayudar a salir de la pobreza a su familia. Sin embargo, una investigación judicial que habría descubierto una red de prostitución puso la lupa sobre ellas.
Dos jóvenes pensionistas del Club Independiente de Avellaneda habían cambiado algunas actitudes, particularmente de sus formas de vestir y gastar, explicaron desde el club. Los adolescentes, como todos, sólo podían dejar la pensión y hacer salidas con la autorización de sus padres. Y en este caso, no las estaban haciendo en grupo a los centros comerciales y lugares de salida con sus compañeros. El personal de psicología del club advirtió el origen del cambio, que los chicos recibían una paga incluso en especias a cambio de sexo, y comenzó la investigación.
Hasta el momento serían 7 las víctimas, y ya hay detenidos. Pero se acaba de presentar otra denuncia que involucraría tres casos en el Club Atlético River Plate, presuntamente ocurridos entre 2004 y 2011, según denunció la Asociación de Ayuda a las Víctimas de Violación.
Aunque autoridades judiciales aclararon que no se manejan hasta el momento más cifras, y han intentado llevar calma a las familias, al igual que los clubes, la preocupación de las familias a cientos de kilómetros es comprensible. Y el escándalo mediático, que vehiculiza estridentes nombres supuestamente involucrados por doquier, quita seriedad al asunto.
Entre 10 y 21 años tienen los niños, adolescentes y jóvenes, que conviven en algunas de las decenas de pensiones de clubes de fútbol en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. También las hay en otros clubes de las grandes ciudades. Las que tienen mayor capacidad de albergue son las de River y Boca, con poco más de 80 y 70 camas, aproximadamente. Lanús, Independiente, San Lorenzo, y Racing también tienen capacidad de albergar, cada una, a más de 50. Varios clubes repiten con menor capacidad, y dispar posibilidad de contención y apoyo, la modalidad. Si bien la mayor cantidad de niños y jóvenes provienen del interior de la Argentina, hay también algunos de América Latina e incluso África.
Por poner un caso, River pone a disposición de los residentes del hogar “Casa River” hospedaje, alimentación, servicio de medicina, psicología, asistente social, y en el caso de los niños en edad escolar, el acceso a la educación del instituto educativo.
Son niños cuyo desarrollo futbolístico se da en un período clave, en el que su crecimiento, aislados de sus familias, y presionados por el motivo que sostiene esa distancia, necesita de un contundente apoyo psicológico profesional. La vulnerabilidad de los niños y adolescentes estaría siendo el blanco elegido por los pedófilos para abusar de ellos.
“En los centenares de hogares de este tipo que existen en el fútbol argentino, cifra no común en otras latitudes, el factor psicológico pasa a ser fundamental. A la formación personal y profesional que supone un adolescente con proyección de futbolista, se le impone una madurez apresurada”, escriben los psicólogos Pablo Martín Nigro y Verónica Rubín, en la página de la Asociación de Psicología del Deporte Argentina.
Los casos guardan semejanzas con los investigados en el Reino Unido, donde a finales de 2016 se destapó una nefasta modalidad de la que habían sido víctimas decenas de futuros futbolistas. Hasta el momento, hay un condenado a más de 30 años por el abuso de al menos 12 niños y adolescentes. Pero otros están aún siendo investigados.
Hoy celebramos a...