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Una familia de hermanos, a punto de un record Guinness: suman 1.200 años

ALFONSO MAYORGA;

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Macky Arenas - publicado el 01/04/18

Son 16, venezolanos, hijos de un obrero petrolero y cuentan su “fórmula secreta” de longevidad

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Viven en la zona petrolera del Zulia (Occidente de Venezuela) y el 4 de abril podrían convertirse en la familia más longeva del mundo. Suman entre todos 1.200 años con lo cual superan ampliamente el récord (1.075) que hoy detenta una familia irlandesa.

Los venezolanos son todos hijos de la pareja conformada por Rafael Ángel Alfonzo, un obrero petrolero nacido en la isla Margarita, y Carmen Mayorga, originaria del estado Sucre, al Oriente de Venezuela.

Ambos se conocieron en Lagunillas, un famoso asentamiento petrolero ubicado en el occidental estado Zulia, a unos 685 kilómetros de Caracas.

Son 16 y todos están vivos. En la casa número 876 de la avenida 1 de Campo Rojo (nombre de uno de los campamentos petroleros propiedad de la extinta empresa Lagoven), nacieron todos:

José Lino: 02 de noviembre de 1931 – 86 años.

Iris del Carmen: 11 de noviembre de 1933 – 84 años.

Lilia: 23 de diciembre de 1934 – 83 años.

Isbelia: 24 de diciembre de 1935 – 82 años.

Isabel: 18 de febrero de 1937 – 81 años.

Rafael: 24 de marzo de 1938 – 80 años.

Agustín: 11 de mayo de 1939 – 78 años.

Armando: 28 de agosto de 1940 – 77 años.

Oswaldo: 14 de octubre de 1942 – 75 años.

Helí Saúl: 09 de abril de 1944 – 73 años.

Julio: 30 de noviembre de 1945 – 72 años.

Marcos: 25 de abril de 1948 – 69 años.

Carlos: 04 de abril de 1950 – 67 años.

Mirta: 15 de noviembre de 1951 – 66 años.

Jorge: 19 de agosto de 1953 – 64 años.

Alfredo: 25 de mayo de 1955 – 62 años.

Julio César Alfonzo Mayorga, el hermano número 11 contó -a todos quienes querían escucharlo- que quince de ellos nacieron «en la misma casa donde vivíamos. Una comadrona [partera] asistía a mi mamá. Solo el menor de nosotros nació en el Hospital Coromoto de la ciudad de Maracaibo».

Carecen de fórmula secreta. Más bien el asunto es muy simple y no tienen problema en compartir los detalles: vivir en familia, sin vicios. También es necesario decir que llevan la longevidad en los genes, ya que la abuela materna vivió 90 años, la madre 89 y su padre casi 80.

Pero “crecer juntos ha sido crucial”, puntualizan. “Hemos llevado una vida sana, comiendo de forma balanceada y cuidándonos mucho entre nosotros”, dicen casi al unísono. Unidos, son gente de fe, disfrutan lo bueno y se apoyan en los malos ratos de la vida.

La misma precariedad en la que nacieron los enseñó a compartir: “La casa en la que nacimos era pequeña, solo tenía dos habitaciones, una sala comedor y la cocina, por lo que debimos aprender a potenciar cada espacio del que disponíamos”.

Por las noches, evoca Julio César, quien es médico reumatólogo, utilizaban la sala como dormitorio: «mientras unos dormíamos en hamacas, el resto lo hacía en unas pequeñas camas plegables», relató.

Otro «operativo» se ejecutaba diariamente a la hora de comer. Contando con una mesa pequeña y una familia numerosa, los Alfonzo Mayorga debían alimentarse en dos tandas.

Explica Julio César que «en la primera tanda comían los más pequeños con mamá y papá, y solo cuando ellos terminaban nos sentábamos los mayores».

Pero a la hora de jugar, la superioridad numérica les facilitaba, por ejemplo, «armar un equipo de béisbol para competir contra los vecinos. En esa época, muchas familias eran numerosas, de 8, 10 o más integrantes», agrega el médico.

No obstante las limitaciones económicas, para sus padres no fue difícil sostener a sus 16 hijos, debido a que el trabajo de su padre, como obrero petrolero, tenía una serie de beneficios que hizo más llevadera la crianza.

Era la época en que las petroleras extranjeras se encontraban asentadas en Venezuela bajo un régimen de concesiones y fueron muchas las familias beneficiadas por el sistema de vida y trabajo que ellas regentaban.

«En los campamentos petroleros no teníamos que pagar por la casa. Los servicios de electricidad, agua y gas eran gratuitos, lo mismo que la salud y la educación», precisa Julio César.

Más que con un secreto, para acreditar el récord Guinness cuentan con su propia receta, revelan. Y repiten: «No hemos tenidos vicios. Hemos llevado una vida sana, comiendo de forma balanceada y cuidándonos mucho entre nosotros. Así de simple”.

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