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“Es muy duro ser mamá de un bebé hospitalizado en Venezuela”

VENEZUELA

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Carlos Zapata - publicado el 26/03/18

Los niños mueren a diario, lo que hace su vida dramática; pero los rostros de quienes sobreviven no muestran desánimo. Acompañadas por voluntarias, a muchas madres venezolanas las alimenta un valor surgido en las dificultades

Descuidan todo, ¡hasta su vida! Terminan abandonándose ellas mismas. Lo hacen por sus hijos, en un intento desesperado por salvarles la vida. Son mujeres sin recursos económicos, pero cargadas de esperanza; esa que alimentan en un Dios que no abandona.

De ello sabe bastante Katerine Martínez, mamá de tres hijos. Lidera a un grupo de damas profesionales que trabajan de forma voluntaria en el acompañamiento diario de madres que viven en el “José Manuel de Los Ríos”, uno de los más emblemáticos hospitales pediátricos de Venezuela.

La institución cobró mayor interés mundial tras ser favorecido por la aplicación de históricas medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En un hecho sin precedentes en América Latina, el organismo desafió y sentó en el banquillo de los acusados al gobierno de Nicolás Maduro tras acusarlo de poner en riesgo la vida y la salud de miles de niños.

Un mes se cumplió el 21 de marzo de haberse dictado la medida cautelar que busca proteger a los pacientes del famoso centro pediátrico, pero los infantes siguen “en situación de gravedad y urgencia”, al tiempo que “enfrentan un riesgo de daño irreparable” que pone en jaque sus vidas.

Lo advierte el servicio de Nefrología del centro hospitalario, a través de un comunicado enviado a Aleteia por Prepara Familia, una de las organizaciones sin fines de lucro que solicitó la activación de la medida.

Su directora, Katerine Martínez, estuvo en la sesión que la CIDH realizó hace apenas unos días en Bogotá (Colombia) para exponer –una vez más- las “sistemáticas violaciones” a los derechos humanos de los pequeños gigantes de Venezuela.

La situación es delicada y compleja. Según la posición oficial del centro médico especializado, los medicamentos para los niños están siendo racionados:

“El suministro de las drogas de inmunosupresión para los pacientes trasplantados renales, los portadores de ciertas patologías les entregando sus pastillas por blíster, lo que alcanza para 10 o 15 días de tratamiento, y no les dan la totalidad de las drogas indicadas”. Además, advierte la institución, que algunos medicamentos no llegan “desde hace más de un año”.

El Gobierno de Maduro no cumple

Las acciones del gobierno de Nicolás Maduro no van más allá de la reparación de algunas máquinas de hemodiálisis, pero aunque hay 13 funcionales, de las 15 que posee el centro, “no podemos conectar más de siete pacientes porque no se ha completado el mantenimiento de la planta de osmosis, ni la producción de agua necesaria para el funcionamiento de las mismas”.

Los niños deben ser trasladados por las escaleras debido a que los ascensores acumulan más de dos meses sin funcionar. “Lo cual es un riesgo” adicional, porque “pueden sufrir algún accidente con esta forma de movilizarlos”.

El déficit de reactivos –que afecta a todo el país- también impide la realización de pruebas serológicas, necesarias para verificar la buena condición de la sangre que se recibe, por lo que “el suministro de hemoderivados no se logra en forma expedita”.

Tampoco ha habido respuesta acerca de la suspensión del programa de trasplante para los niños venezolanos, por lo que los médicos del famoso instituto denuncian que “no se evidencian cambios significativos” para bridar una “atención realmente adecuada” a los niños cuyas vidas siguen en riesgo.

Un comité técnico que incluye a voceros de los papás y los médicos está haciendo la contraloría social, porque “las medidas cautelares no son juego”. “Tenemos una comisión técnica que está pendiente de evaluar. Si limpian los tanques, tienen que hacerlo cumpliendo los protocolos. Tiene que haber una contraloría social, pero en este caso, para cualquier obra, estamos allí como garantes de que se cumplan las medidas cautelares”.

Por razones como ésa, hace menos de quince días las mamás y los papás se encadenaron a las puertas del hospital. En respuesta, “el director del organismo entregó algunos blíster: tres o cuatro (de medicinas). Les entregaron a algunos niños, pero necesitamos un suministro regular de antibióticos y medicamentos como los inmunosupresores”, advierte.

Hay que sonreír porque Dios es vida

Con respecto a las madres y su ánimo en una frenética lucha contra el tiempo para salvar vidas de infantes, el mensaje de Katerine Martínez por medio de Aleteia es claro: “Tenemos la esperanza de que si seguimos presionando y nos mantenemos unidos lograremos que el Estado cumpla lo que estamos exigiendo: garantizar los derechos humanos fundamentales”.

A diario reciben más de 60 niños, cuyas familias se ven afectadas. Algunos de ellos sólo tienen el apoyo de sus madres. La salud de ellas también se ve disminuida. Pero en medio de ese complejo panorama se les ve sonreír. ¿Cuál es la clave de su optimismo?

-“Es que no podemos decaer. Cuando uno sirve y pasa el tiempo sobreviviendo y exigiendo, no tiene mucho tiempo para lamentarse. La respuesta tiene que ser siempre: anunciar y denunciar. Nuestro grupo es en esencia de acompañamiento espiritual; por eso celebramos las fiestas de la Iglesia Católica. Pero es vital el acompañamiento de las madres para los niños”.

Como seguidores de Dios no podemos simplemente lamentarnos, sino trabajar y servir, eso nos anima. Yo soy católica, como la mayoría en el grupo. Comenzamos como parte de un programa de acción pastoral. Ahora integramos a abogadas que trabajamos unidas en la búsqueda de soluciones”.

Nos llenamos de pasión por estos niños y sus familias. Porque se trata de mujeres solas que la están pasando muy mal; y que sin embargo se levantan cada día y se esfuerzan. Eso anima al que está triste.

El ver ese ejemplo tan maravilloso de mujeres que dejaron sus estudios, sus trabajos, a sus otros hijos y se vinieron hasta una ciudad -quizá desconocida- hasta un centro médico especializado a buscar la salud de sus hijos. ¡Hay que ver lo que es no tener ni siquiera comida!

“Son damas que comen mal, duermen mal, no tienen nada de diversión ni ocio y lo hacen todo por sus hijos. Ser mamá de un paciente con patología crónica en Venezuela es muy duro. Pero no podemos bajar la mirada. Al contrario, hay que sonreír porque tenemos la promesa de Dios y el acompañamiento de la Virgen, que es madre y amiga. Ellas no están solas y nosotros tampoco… Con la ayuda de Dios y la Virgen ¡seguiremos salvando vidas!”

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