Homilía hoy en Casa Santa Marta
El Señor es fiel, no se olvida de nosotros: esto nos lleva a exultar con esperanza. A las puertas de la Semana Santa, la Iglesia reflexiona sobre el amor fiel de Dios, recuerda el Papa esta hoy en la homilía en Casa Santa Marta. El Señor “siempre se acuerda de su alianza”, dice el Salmo responsorial, igual que la lectura del libro del Génesis (Gn 17,3-9), recorre el episodio de la alianza de Dios con Abraham. Una alianza que se prolongará en la historia del pueblo, a pesar de los pecados y la idolatría.
El Señor, dice, tiene un “amor visceral” que no olvida. Para hacerlo comprender, el Papa recuerda que en Argentina, para la fiesta de la madre, se regala una flor llamada “nomeolvides”, que tiene dos colores: un azul suave por las mamás vivas y el violeta para las mamás difuntas.
Este es el amor de Dios, como el de la madre. Dios no se olvida de nosotros. Nunca. No puede, es fiel a su alianza. Esto nos da seguridad. De nosotros podemos decir: “Mi vida es tan mala… Tengo esta dificultad, soy un pecador, una pecadora…” Él no se olvida de ti, porque tiene este amor visceral, y es padre y madre.
Se trata, por tanto, de una fidelidad que lleva a la alegría, observa Francisco. Como para Abraham, nuestra alegría es exultar en la esperanza, porque “cada uno de nosotros sabe que no es fiel” pero Dios sí lo es, reafirma el Papa. Baste pensar en la experiencia del Buen Ladrón:
El Dios fiel no puede negarse a sí mismo, no puede negársenos, no puede negar su amor, no puede renegar de su pueblo, no puede renegar porque nos ama. Esta es la fidelidad de Dios. Cuando nos acercamos al Sacramento de la Penitencia, por favor: no pensemos que vamos a la tintorería a quitarnos la suciedad. No. Vamos a recibir el abrazo de amor de este Dios fiel, que nos espera siempre, siempre.
El Papa habla también del evangelio del día (Jn 8,51-59) en el que se dice que los doctores de la Ley tomaron piedras para arrojarlas contra Jesús. Se habla de piedras para matar, para «oscurecer la verdad de la Resurrección”. Y en conclusión, el Papa vuelve a la exhortación central de la homilía.
Él es fiel, él me conoce, él me ama. Nunca me dejará solo. Me lleva de la mano. ¿Qué puedo querer? ¿Qué más? ¿Qué tengo que hacer? Exulta en esperanza. Exulta en la esperanza, porque el Señor te ama como padre y como madre.