Contrariamente a lo que se dice, la medida no favorecerá a los consumidores norteamericanos, pero sí a las grandes empresasRecientemente Donald Trump, el controvertido Presidente de los EEUU, con sus declaraciones sobre aranceles a la importación de bienes europeos está llevando a los países desarrollados a una nueva ola de proteccionismo.
Bajo su eslogan “America first” sitúa a los EEUU como víctima del proceso de la globalización y con la necesidad de restablecer el poder perdido por los mercados mundializados. En virtud de esto y con la intención de favorecer a la industria americana se han impuesto aranceles de un 25% a las importaciones de acero y de un 10% a las de aluminio.
Pero, ¿realmente los americanos salen beneficiados ante esta política proteccionista? Donald Trump, como dueño capitalista de múltiples empresas, sabe que debe su éxito al libre comercio y a una globalización que le ha permitido, sin aranceles, comerciar con todo el mundo.
Cuando un país opta por un grado mayor de autarquía como firma de proteger la producción propia, en realidad genera una distorsión en el mercado que induce serias ineficiencias. Existen unidades de producto y servicio en el mercado cuya provisión sería deseable a nivel internacional y beneficioso para los americanos que podrían hacer frente a menores costes, pero que por culpa de la política arancelaria no se van a poder dar.
Por otra parte, si bien la industria siderúrgica americana se espera que salga ganando de todo esto, el incremento de la demanda local de acero y aluminio puede suscitar un incremento de los precios. Esto elevaría los costes de producción y, por lo tanto, los productos se encarecerán, tanto para los extranjeros como, sobre todo, para los propios americanos. Generalmente el encarecimiento conlleva una pérdida de competitividad y eso acarrea posibilidad de despidos y más en una economía como la americana.
Si en el mejor de los casos Donald Trump cree firmemente que así ayuda a los EEUU alguno de sus asesores debería ser capaz de sacarlo de su propio engaño. Pero tal vez en el peor de los casos, el Presidente de los EEUU se encuentre inmerso en un proceso de autarquía intelectual y no permita ningún tipo de consejo más que los Consejos de Administración de las grandes compañías a las que busca beneficiar incluso a costa de todos sus compatriotas.
Trump insistió mucho en su “America first”, lo que no dejó claro era el first para qué y para quien era. Y eso sí que es para realmente temerlo, especialmente si uno es americano.