Las guerras y conflictos olvidados que asolan nuestro planeta
La preocupación del papa Francisco por la Paz en el mundo es constante, casi diaria, tanto en su predicación, como en solicitar a los fieles y no creyentes una oración por la paz, e incluso un ayuno. La paz en el mundo no es cosa de un país, ni dedos, ni siquiera de 10. Hay que buscarla en la convergencia multilateral de los estados y las naciones: es un esfuerzo global.
Afecta a numerosos países, especialmente los más pobres, como algunos países africanos y asiáticos. El desastre de la guerra no termina cuando llega la paz, en un lugar concreto, porque luego están las secuelas de la guerra, como los refugiados, los desplazados, la reconstrucción de las viviendas, infraestructuras y la economía de un país, además de la necesidad de una pacificación entre sus habitantes. Es fácil derribar puentes, lo difícil es construirlos de nuevo.
Estas poblaciones han sufrido malnutriciones, vejaciones, violaciones de mujeres y niñas (horroroso el escándalo de las agencias de la ONU, ¿no era la ONU la que custodiaba los Derechos Humanos?), campos de refugiados, huérfanos, viudas, familias rotas por la guerra, carencia de una vivienda digna (no campos de refugiados), de medicinas y alimentos y millones y millones de desplazados.
Éstos son los once conflictos que más perjudican a las poblaciones, y que duran desde hace años:
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