Lo más singular de esta ilustre amistad es que nunca llegaron a conocerse en persona
En estos tiempos donde las redes ya han tomado parte de nuestras vidas, muchos estudiosos se han planteado: ¿una amistad puede ser verdadera sin la presencia cierta de una persona?
Quizás Padre Pío y Don Orione puedan responder con su testimonio a esta pregunta, y miren que no existía internet en esas épocas. De hecho sus lazos de amistad fueron sólidamente estrechos.
Compartían paternidad espiritual, oraciones,… Sus carismas y vocación eran muy diversos; sin embargo los unía una gran estima mutua y aunque todavía no eran “legítimamente” santos, uno reconocía la santidad en el otro.
Lo más singular de esta ilustre amistad es que nunca llegaron a conocerse en persona. Pero gracias a don Flavio Peloso, séptimo sucesor de Don Orione que dedica su vida al estudio y divulgación de san Luis Orione, podemos hoy conocer su relación, con todos los documentos recogidos a través de terceras personas muy allegadas a los santos.
Te citamos algunas anécdotas que comprueban esta solida amistad:
Santo manda a otro santo
La condesa Virginia Salviucci, una benefactora romana de la Pequeña Obra de Don Orione, después de una terrible pleuresía que la redujo en fin de vida, escribió al venerable Don Carlo Sterpi, colaborador y sucesor de Don Orione:
«Por la intercesión de la Santa Virgen, del querido Padre Don Orione, el Padre Pío, el Padre Cappello, y por supuesto la suya, el Señor me ha concedido un milagro, y tengo que decir esto para su mayor gloria y honor». Y comparte el siguiente recuerdo:
“Un albañil que conocía había caído del tercer piso de un edificio, siendo un albañil. Aunque pudo escapar a la muerte, quedó tan mal herido que no podía volver a trabajar. Y no sólo: sufría dolores constantes.
Este trabajador se presenta a Don Orione, que tenía fama de santo, y exige un milagro para poder volver a trabajar y sostener su familia. Don Orione le responde:
-Querido, no soy un santo para hacer milagros. Escucha, sin embargo, en Puglia hay un fraile capuchino que hace milagros… Ve en nombre mío.
A la semana, el trabajador regresa jubiloso a Don Orione.
– ¡Padre! ¡Padre! … Fui a Padre Pío y cuando le hice la pregunta en su nombre, me dijo: ‘Bueno, si es Don Orione quien te envía …’. Ha bendecido mi brazo con una señal de la cruz y ahora estoy completamente sano”.

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El gran solideo de un monje
Cuenta el beato Padre Gaetano Catanoso, de Reggio Calabria:
“En 1922, estuve en San Giovanni Rotondo, con Padre Pío, necesitaba un consejo. El Padre Pío usaba unos guantes que cubrían sus manos. No recuerdo cuándo al padre Pio se le prohibió celebrar en público. Los comentarios fueron muchos y diferentes y luego pensé: ¿qué pensará Don Orione de Padre Pío?
Después de unos años me encontré con Don Orione, en San Prospero (Instituto Don Orione en Reggio Calabria). En una esquina miré a Don Orione, que caminaba por el pasillo. Entonces me volvió a la mente la idea de saber qué piensa Don Orione de Padre Pío, pensamiento que nunca expresé a nadie.
Entonces Don Orione apresura el paso, y cuando estuvo cerca de mí, sacó del bolsillo un gran solideo de monje, me la puso en la cabeza y dijo con voz baja: “Pertenece al Padre Pío” y lo vuelve a guardar en su bolsillo, continuando su camino como antes.
¿Los otros lo notaron? No lo sé, estaba confundido, diría aturdido, pero feliz .”

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«Ese sí que es un santo»
Don Giuseppe Dutto, orioniano, por muchos años superior en Argentina y Uruguay, escribió:
“Un abogado de Montevideo, el abogado Moretti, convertido ahora en muy ferviente, hablando con Padre Pío en San Giovanni Rotondo, le comentó que conocía a Don Orione (de hecho , lo había visto en Montevideo, muchos años atrás).
Y Padre Pío respondió al abogado, refiriéndose a Don Orione: “Ese sí que es un santo .. yo no soy digno de tocar el “borde de su manto”.”

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Fuente: Don Luigi Orione e padre Pio da Pietrelcina. Nel decennio della tormenta: 1923-1933, Flavio Peloso