15 jóvenes escriben las meditaciones del Via Crucis de este año en el Coliseo
El Papa Francisco quiere escuchar a los jóvenes, y por ello ha decidido confiarles las meditaciones del Viernes Santo. El grupo ha sido elegido y coordinado por Andrea Monda, italiano, profesor de religión, periodista y escritor. Lo anunció hoy el director de la Sala Stampa vaticana, Greg Burke. Justo en el año en que la Iglesia dedica espacio a los jóvenes en el Sínodo del próximo octubre, el Pontífice ha querido que la Pasión de Cristo fuese meditada por las nuevas generaciones.
Cada una de las estaciones es meditada por un joven, excepto la segunda: dos de las chicas del grupo eligieron meditar juntas sobre «Jesús cargado con la cruz». Hace cinco años, Benedicto XVI había pedido que fuesen jóvenes del Líbano quienes meditaran ese pasaje, manifestando las preocupaciones y esperanzas de los cristianos de Oriente Medio.
El profesor Monda ha reunido en su casa, como en un pequeño cenáculo, a jóvenes bachilleres y universitarios, «sin importar su itinerario individual de fe», para compartir la lectura de los evangelios que hablan del Via Crucis. Después cada uno ha escrito «lo que le brotaba del corazón». «Hay quien se sintió tocado por el pasaje de la Verónica, quien por el del Cireneo, así que asignar las estaciones fue sencillo», explica.
Los jóvenes se sintieron libres al meditar el Via Crucis. «Les pedí que no dejaran de ser quienes son, que no escribieran textos teológicos, que no se dejaran condicionar por el hecho de que vayan a ser leídos ante la TV, delante del Papa», prosigue el coordinador. Él les pidió que se imaginaran en Jerusalén, ese viernes, hace dos mil años.
Y en las 14 meditaciones y oraciones han surgido varias visiones y sensibilidades:hay quien ha subrayado «el sentido de la injusticia en la condena de Jesús, el escándalo y la incomprensibilidad de este misterio»; quien «la paradoja de la Cruz, que sólo en una dimensión de fe se intuye como instrumento de salvación, y no como un absurdo que aplasta el sentido de la justicia y de la humanidad».
Y hay también puntos originales de reflexión: hay quien ha dicho que el levantarse de Jesús de las diversas caídas es un preanuncio de la resurrección, el levantarse siempre como un signo de la fuerza de Cristo que no deja la última palabra a la muerte; en Jesús despojado de sus vestidos se identifica la realidad de los migrantes, hoy «los pobres cristos que son despojados de todo, pero que no pierden la dignidad»; y finalmente, en el misterio de la muerte de Jesús en la Cruz, la constatación de que la muerte es «algo que no queremos ver, que quitamos de en medio».
El mensaje que brota en las meditaciones de los jóvenes es el deseo de ser acompañados en el camino de la vida, no juzgados, no compadecidos. «Acompañados por ese Cristo encontrado en el Via Crucis; que tropieza y sufre, y que, abandonado, dejado solo, puede comprender bien la vida del adolescente y del joven que se encuentra ante el mundo a menudo sin puntos de referencia». En las páginas del Via Crucis de este año está todo lo que buscan los jóvenes hoy: diálogo, escucha y confrontación.